Celebra la Navidad de un modo elegante y particular. Es, sin duda, la película antinavideña por excelencia. Ir en contra de lo convencional está bien y lo hace casi siempre sin perder el norte.
Seres interpretados de manera entusiasta y precisa, son relatos profundos que el cineasta enlaza de manera impredecible, mostrando un dominio técnico absoluto.
Ofrece un reparto estupendo, una estructura ambiciosa y sucesos impensables. El guión es un gran absurdo perfectamente organizado, adornado por una dirección de arte robusta.
Tiene vocación de comedia americana. Rehúye además el tópico ibérico. El esfuerzo es notable, pero al cineasta, al futbolista o quién sabe si al «cazador» se les va el tiro al poste.
Un comienzo brillante. A partir de ese arranque, la estructura de la película juega en su contra. La trama se va despojando de personajes, los diálogos son escasos y, al faltar humor visual, el drama eclipsa a la comedia.
Sus intenciones son tan nobles que es preferible obviar la obsolescencia de los recursos y disfrutar la anécdota siciliana. Se puede pasar la tarde con una sonrisa o con una mueca. Parece mejor la primera opción.
La trama coquetea con el fracaso, pero logra llegar a un final aceptable. El sabor que deja al final no es del todo negativo, aunque dudo que resista un análisis profundo.
No ofrece demasiadas sorpresas desde el punto de vista formal, pero destaca por su mirada comprensiva hacia casi todos sus personajes. Se deja disfrutar.
Mendes muestra nuevamente su talento para explorar las complejidades de la vida estadounidense, presentando a actores magníficamente retratados con un enfoque amoroso y sincero.
Quillévéré dirige con una notable sensibilidad esta historia que explora las segundas oportunidades. Lo más destacado de la película es su capacidad para mantener un equilibrio en la representación dual del dolor.
No teme incorporar características del culebrón contemporáneo, resultando en una experiencia entretenida siempre que el espectador se sumerja en los emocionantes momentos musicales y esté dispuesto a pasar por alto algunas imperfecciones en su presentación.
Para bien y para mal, una locura de película, un documental absolutamente inclasificable, sin parámetros, con ramalazos de genialidad. Su principal defecto es que se hace desmesuradamente larga.
No es relevante comprender todos los matices del argumento, que generalmente es caótico y se basa en un humor desenfadado y poco profundo. A veces puede hacer que se sienta envidia por no disfrutarlo plenamente.
El gran obstáculo para Carmen Maura y para el espectador es el guión, que se ve acompañado por una dirección poco elaborada y una banda sonora que no logra su objetivo.
Los creadores de esta declaración de amor al azulado planeta no se conforman con el habitual retrato preciosista, se sumergen en la guerra a muerte por la vida. Una obra realmente hermosa.
Comedia familiar sencilla que ofrece observaciones sociales acertadas. La química entre los cuatro protagonistas es efectiva, aunque los retratos de los personajes son un tanto superficiales.