Graizer demuestra con este sencillo drama que no se necesitan ingredientes exóticos para crear un buen plato. En su debut, desafía los estereotipos del cine romántico y culinario.
Atípica película romántica, sus cien minutos se pasan volando sin apretar nunca el paso. La trama es interesante y la historia no deja lugar para quejas.
Comedia visceral, drama australiano. No es adecuado para todos los gustos, pero a excepción de los más exigentes, es fácil disfrutar de este banquete cinematográfico.
Mi gran cena griega. Hermosísima película. Quédense con el aroma de esta excelente obra, llena de humor y cargada de especias, que entra por los sentidos y ensancha el conocimiento.
Sin ser completamente original, la premisa de esta película de terror es realmente buena. El homenaje es genuino, aunque carece de profundidad. A pesar de que las diferentes partes se conectan con fluidez, se necesita una reflexión más profunda.
Película luminosa y feliz. Desde el plano cinematográfico, Jollien y Campan optan por no complicarse. Prefieren transmitir su poderoso mensaje de manera sencilla. El filme resulta terapéutico.
Un ingenioso giro argumental nos conduce de manera efectiva a un gran malentendido, que sirve como un excelente punto de partida para el desarrollo de la historia. A partir de aquí, logran hacer que la trama crezca de forma sólida.
Historia de superación que sigue al pie de la letra el manual. Su fidelidad es tan estricta que los aciertos que presenta se diluyen en la alarmante falta de sorpresas.
El guión avanza sin grandes sobresaltos, complementado por una sutil trama romántica. Los desnudos no sorprenden en absoluto. En esta representación de Normandía, no hay lugar para censurar ni un solo centímetro de piel, y casi tampoco de la película.
Esta utopía de ciencia ficción, sin adornos innecesarios, permite al director expresar su socarronería y crítica mordaz. Parece ser uno de esos títulos que, con el tiempo, llegaremos a entender mejor, lo que contribuirá a su apreciación en el futuro.
Haría falta un argumento más salvaje para despertar entusiasmo. Chaumeil no lo logra. A cambio, alcanza el tono justo para dejar que pasen las cosas, como la vida.
Mariana Chenillo narra la historia con gran fluidez, evitando caer en la tentación de transmitir un mensaje excesivo o explorar profundidades oscuras en su búsqueda de la belleza. La actuación de Andrés Almeida y Daniela Rincón es excepcional.
La película presenta personajes memorables. El guión elige audazmente no permitir que ocurra acción alguna. Oriol Vila se encuentra atrapado en una misión complicada, moviéndose entre diferentes géneros, pero permanece estático y sin compañeros.
Retrata una familia de locos, cuyos miembros son tan diversos como extravagantes. A través de ellos, se asoman destellos de ingenio y buen humor. Todo tiene un aire muy francés.
Tiene el acierto de encontrar tres personajes que despiertan el interés del más despreocupado. Wood tiene madera de buen director y combina con acierto los elementos.
Texto brillante, que recuerda, por temática y naturalidad, a 'Smoking room'. Es un gustazo toparse con un producto de la tierra capaz de conectar con las inquietudes del espectador.
Rebella y Stoll logran crear momentos humorísticos en una narrativa dura, que se asemeja más a una autopsia que a una comedia tradicional. No se trata de entregarse a un exceso con este 'Whisky', sino de disfrutarlo a pequeños sorbos como una rareza excepcional.