Reiner ofrece una perspectiva iluminadora e imparte una lección histórica fascinante. A pesar de su metraje sorprendentemente breve, el espectador se queda con la impresión de haber presenciado una obra correcta pero que carece de pasión.
El relato cuenta con momentos emocionantes y se beneficia de unos actores sobresalientes. Sin embargo, la narración se ve interrumpida con frecuencia por los constantes saltos al pasado, lo que dificulta mantener el hilo conductor.
Gigantesco cine menor y lección de vida del viejo Clint Eastwood. No tiene nada y lo tiene todo. Vayan a ver la película como el niño que visita a su abuelo favorito.
Desde el punto de vista formal, la película no presenta grandes innovaciones y el relato resulta algo burdo. Sin embargo, es una obra bienintencionada y logra, al menos, captar de manera efectiva el rostro y la voz de Cobham-Herve.
Logra el milagro de combinar el crossover y un reparto superlativo. El resultado es excepcional, siempre que al espectador le gusten las películas dinámicas.
El guión presenta una estructura deficiente y el desarrollo de los personajes resulta superficial. Floria Sigismondi no logra demostrar su experiencia como directora de videoclips.
Ojalá el guión hubiera exigido un poco más. En su arranque acierta de pleno en el tono, pero la cinta no logra mantener su empuje inicial y el conjunto se desvanece sin un género claro al que aferrarse.
La cámara, con un leve barniz documental, aporta verosimilitud a la historia. Aunque las películas pueden tener complicaciones, al realizador no le sale su difícil disparo por la culata.
Se luce gracias a una narración ágil y a la buena recreación de la época. La cinta brilla en todos los apartados técnicos, con profesionales de primera. Menos redondo es el guion.
Ostrochovský demuestra confianza en la inteligencia del espectador, presentando una película donde resalta su impresionante fotografía en blanco y negro que resulta visualmente cautivadora. Son 75 minutos que se disfrutan intensamente.
Desde 'La vida es bella', no veíamos una comedia tan luminosa sobre los acontecimientos más terribles. No es solo de una originalidad radical, sino que además el experimento funciona.
El amor en tiempos de guerra. Kusturica no se deja vencer por esa guerra incomprensible y se refugia tras su cámara, armada de música y vida, repleta de animales y sonrisas zíngaras.
Un thriller ligero y creativo, con más virtudes que fisuras. La atmósfera y los escenarios resultan creíbles. La historia es original y no se extiende demasiado. Solo por su estilo merece ser vista.
El principal inconveniente de la película radica en su incapacidad para conectar con el espectador, incluso para no provocar indignación. Resulta complicado ir al cine buscando precisamente lo que ofrece Weathley.