No hay posibilidad de empatía ni siquiera complicidad. Es un retrato amargo de un artista auténtico. Es probable que Salinger despreciara esta película.
Con la calidad de producción que se le presupone, la película es a la fuerza fascinante, aunque le cruja la estructura dramática (...) Mayor altura alcanza el debate de fondo sobre la actitud del pueblo alemán (...) Puntuación: ★★★ (sobre 5)
Ese dilema plantea una falta de emoción palpable. El conflicto interno de los personajes debería haber recibido más enfoque. Sin embargo, aunque la narrativa no logre profundizar tanto, el drama resulta ser una experiencia que vale la pena.
Emilio Martínez-Lázaro demuestra una clara contención en su dirección, y se muestra generoso incluso con los antagonistas. Sin embargo, no logra enfocar adecuadamente la parte menos ideológica.
Un antibelicismo primario, inocente, sin sesgo político ni rencor, pero en absoluto exento de inteligencia. Que los actores son magníficos se aprecia de un vistazo.
Una historia de fe, semillas y montañas, adornada por un elenco pintón y una factura notable. El director logra tocar las emociones del público, dejándolos ante la disyuntiva de llorar como forma de terapia o sentirse manipulados.
Combina dos historias apasionantes: el modo en que Franco intentó y a menudo logró extender su afición censora hasta Hollywood; y la azarosa vida del guionista Alvah Bessie.
Hermosísima, sin la pretensión de repetir los pasos sagrados de Louis Malle en 'Au revoir les enfants', pero con la enorme ambición de convertir al espectador en una persona mejor. Una pequeña maravilla.
La historia es simpática y sencilla, aunque no ayuda la fórmula americana, pseudocapriana, ni el tono de falsete, sobre todo porque no estamos ante una comedia decidida o que genere unas ganas irresistibles de reír.
La película, teñida de humor negro de principio a fin, rebosa frases ingeniosas. La delicia se sustenta en unos personajes bien interpretados y mejor construidos.
Barroso es un hombre de cine, pero su carrera televisiva es sobresaliente. Aquí trata un material especialmente sensible, abordado desde un ángulo casi virgen.
Es demasiado larga y profundamente irregular, con momentos magistrales que no terminan de justificar el despliegue. Spike Lee intenta abarcar demasiado en su intento de hacer una obra definitiva.
Reiner ofrece una perspectiva iluminadora e imparte una lección histórica fascinante. A pesar de su metraje sorprendentemente breve, el espectador se queda con la impresión de haber presenciado una obra correcta pero que carece de pasión.
El relato cuenta con momentos emocionantes y se beneficia de unos actores sobresalientes. Sin embargo, la narración se ve interrumpida con frecuencia por los constantes saltos al pasado, lo que dificulta mantener el hilo conductor.