Tiene vocación de comedia americana. Rehúye además el tópico ibérico. El esfuerzo es notable, pero al cineasta, al futbolista o quién sabe si al «cazador» se les va el tiro al poste.
Sus intenciones son tan nobles que es preferible obviar la obsolescencia de los recursos y disfrutar la anécdota siciliana. Se puede pasar la tarde con una sonrisa o con una mueca. Parece mejor la primera opción.
La trama coquetea con el fracaso, pero logra llegar a un final aceptable. El sabor que deja al final no es del todo negativo, aunque dudo que resista un análisis profundo.
Quillévéré dirige con una notable sensibilidad esta historia que explora las segundas oportunidades. Lo más destacado de la película es su capacidad para mantener un equilibrio en la representación dual del dolor.
No teme incorporar características del culebrón contemporáneo, resultando en una experiencia entretenida siempre que el espectador se sumerja en los emocionantes momentos musicales y esté dispuesto a pasar por alto algunas imperfecciones en su presentación.
Para bien y para mal, una locura de película, un documental absolutamente inclasificable, sin parámetros, con ramalazos de genialidad. Su principal defecto es que se hace desmesuradamente larga.
Comedia familiar sencilla que ofrece observaciones sociales acertadas. La química entre los cuatro protagonistas es efectiva, aunque los retratos de los personajes son un tanto superficiales.
Tan imperfecta y burbujeante como el amor. Los actores están bien escogidos y mejor dirigidos, la música es una delicia y, por encima de todo, el tono es el idóneo.
La acción avanza tan rápido que apenas toca la esencia de la historia que intentan narrar. Este problema también se presenta en el aspecto romántico, donde los personajes carecen de profundidad.
Un relato oscuro y por momentos confuso, que funciona gracias al tremendo pulso narrativo y la potencia de sus personajes, además de aderezos como la excelente banda sonora.
La película presenta una serie de clichés inagotables, pero lo más notable de "Doble visión" es su elemento sobrenatural, que recuerda al cine de terror oriental contemporáneo, aportando un giro final intrigante. Además, la producción es impecable y mantiene el interés del espectador.
Géneros escurridizos. La directora incorpora leyendas sobre niños ahorcados y una red de trata de blancas. Lamentablemente, pierde el control de la narrativa.
La directora logra un filme realista y bien ejecutado, incluso si la protagonista no es un gran descubrimiento. Su insistencia en desafiar los prejuicios hace que valga la pena verlo.
El timo injusto es una colección de estrategias supuestamente efectivas que carece de un índice que organice su contenido, lo que dificulta su consulta.
Tropieza más de una y más de dos veces en la piedra de la ingenuidad. Como pieza publicitaria tiene su punto, y aunque como drama cinematográfico se disfruta, hay tramos que son mejores que otros.