La película presenta una parodia tanto al modelo original como a sí misma, siendo una secuela que se sostiene por sí sola y resulta bastante estridente.
Un capítulo soberbio con elementos de violencia y terror que podrían resultar contundentes en televisión. Sin embargo, lo más destacado de la película es su guion, que mantiene un nivel alto a pesar de algunos leves altibajos.
Es una película que suele estar presente en festivales y recibe buenas recomendaciones de los críticos. Aunque estas características son valiosas, no aseguran que conecte con el público en general.
La película logra simplificar un concepto complejo de física, lo cual es admirable. Sin embargo, al final, la búsqueda de un enfoque comercial arruina la experiencia divertida que se había construido, dejando al espectador con una sensación agridulce.
Un extraño irrumpe en una casa de 500 metros, ofreciendo un inicio interesante. La película se distingue por su habilidad para asombrar con cada giro, atreviéndose a desafiar las convenciones del género.
La dirección de esta película ofrece una textura más rugosa, pero evita tener un enfoque simplista. No hay antagonistas claros, solo personajes que pueden parecer cobardes, y las víctimas tienen su propia complejidad.
Blanc encarna su papel con gran habilidad, mientras que Marinescu aporta una energía que ilumina toda la película, haciendo que la historia cobre sentido por sí misma.
Mascaro logra capturar la esencia del trópico y los vientos alisios a través de su lente, aunque queda la interrogante de si esto logra mantener el interés del público.
Más recomendable que los fracasos liderados por actores, la película ofrece entretenimiento, aunque no logra alcanzar la calidad de algunas de las mejores producciones animadas de los últimos diez años.
Cine con muletas. Una trama algo tópica. Espinosa despliega su habilidad en los diálogos, pero el guion no consigue romper la delgada barrera de la credibilidad.
Lo que habría sido un excelente mediometraje se pierde en las casi dos horas que dura la cinta, sin que quede del todo claro por dónde se desparraman algunos minutos.
Pinzás se limita a ofrecer una caricatura y mezcla la tensión dramática con una falta de equilibrio. La película se siente artificial, pero los personajes logran ser más interesantes.
Cuando aparecen los títulos de crédito, es inevitable sentir una profunda emoción y una extraña sensación de bienestar, características del buen cine, que logra tocarnos incluso de maneras inesperadas.
Cuesta meterse en esta película. Sin embargo, la puesta en escena mejora conforme avanza la trama, se puede notar el esfuerzo por evitar el maniqueísmo y los personajes secundarios aportan valor. Destaca especialmente el entendimiento entre las mujeres.
El minimalismo se presenta como una gran virtud en la obra de Roser Aguilar, quien combina diversas cualidades que resultan impresionantes. Destaca un guion sólido y la importante premisa de considerar al público antes que a uno mismo.
Esta adaptación distorsionada de la famosa obra de Valle Inclán no logra cumplir con las expectativas. Aunque el guión de Mario Camus y el talentoso reparto prometían mucho, el resultado final es decepcionante.
Lo grandioso de la película es la habilidad de Vigalondo para que sus cuatro cómicos y el hermoso contrapunto de Michelle Jenner nos hablen de las relaciones humanas con descacharrante clarividencia.