Es una obra que habla de artistas veteranos, retirados de su profesión, pero todavía apasionados por ella, una historia que no esconde las sombras crepusculares de la vejez, pero prefiere rescatar las pequeñas chispas que se conservan en la voluntad de vivir.
El mérito mayor corresponde a Labaki, que consigue hacer equilibrio entre tantos elementos y amalgamarlos para (...) hacer que la narración avance en un crecimiento constante hasta llegar a la plena emoción de las secuencias finales.
Los momentos dramáticos suenan poco convincentes, especialmente aquellos que intentan justificar la misantropía del personaje central, lo que los hace parecer irreales e innecesarios.
Un film de mafia a la mexicana, con ciertos toques de Tarantino, infinita violencia, mucho humor negro y un ritmo que Estrada sostiene firme de punta a punta.
Leigh observa, casi al pasar, algunas miradas cómplices entre ellos que revelan cómo su comprensión humana y cálida de los males ajenos parece albergar un sutil sentimiento de autosatisfacción.
Jason Reitman tiene la inteligencia necesaria para señalar, con precisión, algunos de los aspectos más discutibles de la vida contemporánea, sin perder nunca el tono de comedia.
La mirada irónica y los diálogos cargados de comentarios agudos crean un espejo que, sin ser complaciente ni despiadado, permite que la audiencia se reconozca en las pequeñas torpezas y desdichas de los personajes.
Damián Szifron sabe conectar con el ánimo del espectador usando un tono humorístico y zumbón, incluso para colocarlo frente a sus peores flaquezas, mostrándole sus crueldades y sus sentimientos más inconfesables.
Beigbeder acierta con el tono, muestra bastante desenvoltura como narrador y se luce tanto en la dirección de actores como en la elección de la banda sonora.
Fitzgibbon no logra esquivar algunos altibajos en la trama, que se vuelve monótona en el segmento final, culminando en un desenlace que, aunque funcional, podría haber ofrecido un giro más inesperado.
El enfoque realista de Rémi Bezançon sobre la maternidad se siente limitado desde el comienzo, cuando la película se presenta con un tono encantador que recuerda a una comedia romántica.
Metáforas y alusiones que exigen el compromiso y la participación de un espectador que está habituado, incluso en el cine político, a un rol más pasivo.