Algún humor involuntario y una notable exhibición de musculosos torsos masculinos no logran compensar las largas dos horas del filme, que se sienten –en exceso– cargadas de diálogo.
Uthaug se mantiene en su enfoque, evitando los momentos exagerados y, en su lugar, construye una creciente sensación de tensión a lo largo de su película.
'César debe morir' es una de las más destacadas creaciones de los Taviani. Su profundidad dramática es notable y provoca una profunda emoción a través de su intensa fuerza y visceralidad.
'Elena' se presenta como una obra intensa y rica, explorando distintos planos temáticos que invitan a variadas interpretaciones. Su calidad formal es digna de elogio.
Es un retrato íntimo y un homenaje, una evocación sincera de los momentos más felices y los más turbulentos. Se trata de una aproximación delicada y humana a un personaje sensible, complejo, creativo y lleno de contradicciones.
Miko Kuparien muestra una habilidad excepcional para capturar la sutileza del encuentro entre sus personajes, al igual que para resaltar las pequeñas diferencias que se irán revelando a lo largo de la historia.
Donzelli logra realizar una película que, a pesar de abordar constantemente el tema de la muerte, logra infundir esperanza en el público y transmitir una sensación de confianza.
Meyers opta por una fórmula clásica y lo hace con cierta habilidad, centrándose más en el carisma de los actores que en la sutileza de un guión que ha sido objeto de muchas críticas.
El film se destaca por su música de Emilie Simon, que aunque emocional, no recurre al exceso. Su encanto radica en su tono cálido y ligero, así como en la autenticidad que transmiten sus intérpretes.
Existen algunas debilidades e inconsistencias, así como ciertas soluciones algo forzadas, especialmente en el cierre. Sin embargo, el compromiso y carisma de los dos actores principales logran que esta historia emotiva capte el interés del público.