No hay imágenes ni diálogos divertidos, todo se fía a la comicidad personal de Fernando Tejero, el protagonista absoluto. Lo mejor: la amabilidad del cuadro costumbrista.
El uso excesivo de convenciones se vuelve extremo. En su faceta de comedia, mezcla la diversión con la simplicidad. En el ámbito del melodrama, confunde la emoción con la sensiblería.
Lo más interesante es Lucía, interpretada por Paz Vega, quien brilla en el papel que Medem le ofrece. Su actuación es desinhibida, transmitiendo una auténtica naturalidad, en contraste con otros personajes y actores que parecen perderse en situaciones complicadas.
La película presenta una estética visual cuidada, con una dirección artística destacable y paisajes atractivos. Sin embargo, carece de originalidad y no define claramente el género al que pretende dirigirse.
Su breve duración y su bajo presupuesto son las cualidades de una historia que se prestaba al sensacionalismo. Lo mejor: la narración casi documental sobre las condiciones de vida de un puesto fronterizo.
Solemne fiasco. La película intenta capturar la esencia del romanticismo decimonónico, pero lo hace de una manera superficial y poco convincente. En resumen, resulta decepcionante.
El director y el guionista demuestran su talento para mezclar comedia y drama sin caer en la trivialidad. Destacan el prólogo y el desenlace, que reflejan perfectamente el humor presente en la película. Sin embargo, algunos debates se sienten demasiado largos y didácticos.
El planteamiento resulta predecible y los chistes se alargan hasta volverse ineficaces. Esta comedia romántica carece de ese toque romántico que se espera. Aunque la producción es costosa, una buena comedia debe ofrecer más que solo una buena fotografía y decorados llamativos.