Una feliz novedad por su madurez y elegancia. Los diálogos son brillantes y divertidos, un raro ejemplo de lo que en Hollywood se consideraba comedia sofisticada, con un estilo inconfundible.
En un mundo colmado de producciones mediocres que subestiman a niños y adolescentes, "Una banda de dos" resulta ser un hallazgo refrescante. La película es dinámica, divertida y captivante, presentando personajes creíbles y encantadores.
La película se aprovecha de los clichés del género, omitiendo los controles de calidad necesarios. Además, los chistes son poco originales y se repiten en exceso.
Las imágenes son reiterativas y celebran situaciones que no han sorprendido la realidad, sino que han sido manipuladas con un afán de ternura hacia los animales más simpáticos.
La solvencia de la producción brinda imágenes bien elaboradas y una fuerte sensación de realidad. Sin embargo, al igual que en muchas comedias dirigidas a un público infantil, se prioriza la simpatía y el sentimentalismo sobre el humor.
Imágenes espectaculares, especialmente las subacuáticas, que resultan inusuales. La narración sobre los riesgos de extinción de los osos se presenta como un drama de ficción familiar.
Postales olvidables. Supera en número de tópicos a los títulos americanos del género, y como documental tiene menos autenticidad que cualquiera de ellos.
Esta película busca conmover más que entretener. Carece de humor en su narrativa y la calidad de la animación no alcanza el nivel de las producciones de Disney.
Película infantil, pero recomendable a todo tipo de público. La primera parte es una obra casi muda donde queda de manifiesto la perfección del estilo de Ballard, en ésta su ópera prima.
La crítica al sistema industrial del cine y la narración de las experiencias de los emigrantes hacia una tierra prometida se entrelazan con la admiración hacia la Meca del cine. Esto genera una sensación de incomodidad debido a la falta de pudor sentimental y el exceso de ambiciones. Es un enfoque interesante.
La odisea se sigue con interés porque escenarios y protagonistas dan sensación de autenticidad, pero se echa en falta más descripción del tiempo transcurrido, indispensable para la justa comprensión de la historia.
Todd Haynes vuelve a demostrar su voluntad de originalidad, al tiempo que su gusto por el melodrama con resultados tan ambiciosos como estéticamente brillantes y narrativamente discutibles.
Correcta en el aspecto reconstructivo de época, pero le falta vivacidad y picardía, el humor y simpatía con que el cronista dotaba a sus personajes. El director falleció tras este debut.