La producción es de una riqueza cualitativa y cuantitativamente admirable. Nada da miedo, principalmente porque se concede el protagonismo al siempre simpático Jack Black.
Nada mágico. Es un relato interminable y sin evolución, donde eventos y momentos que deberían ser cruciales terminan sintiéndose como simples anécdotas, dejando una trama escasa en aventura.
Tiene algunas imágenes aisladas brillantes, pero el conjunto demuestra muy poca imaginación y poco graciosa. El espectáculo de la fuga se ve con incredulidad y fatiga.
Estética de la depresión moral. Esta película de título sarcástico, que poco tiene de divertida, muestra una narrativa que resulta pesada. Las películas en episodios suelen ser entretenidas casi por naturaleza, pero esta obra es una clara excepción.
Consigue imprimir agilidad y humor a un superespectáculo de dos horas. Todos los paisajes y las fieras cuentan con tanta resolución que admira su condición virtual y, lo más importante, divierte.
Se prescinde en gran medida de las imágenes digitales en favor de los decorados y efectos tangibles, que son admirables. Producción con un argumento muy simple.
La película destaca por su producción de alta calidad y, además, por la excepcional dirección artística. La variedad presentada en el reparto contribuye a una genuina comicidad que resalta en cada escena.
Todos los personajes tienen un marcado estilo dickensiano. Lo destacable es que el enfoque es ofrecer un relato breve y 'realista', un encantador cuento navideño.
Shyamalan muestra nuevamente su habilidad para crear sensaciones inquietantes. Los aspectos más destacados son los numerosos detalles irónicos que enriquecen la intriga. Sin embargo, lo más decepcionante es que el director recurre a un tipo de terror basado en golpes de efecto poco elaborados.
Un drama que equilibra el humor con un realismo desolador. Jenkins elude cualquier exceso melodramático, lo cual permite que su película resulte verdaderamente conmovedora.
Hay episodios destacados, como el de L.A. con Winona y el de N.Y., un episodio muy divertido en Roma, uno sorprendente en París, y un episodio que se queda corto, el de Helsinki.