Como opción de entretenimiento y evasión, es una película que merece la pena. Cuenta con impresionantes escenas de acción y violencia protagonizadas por dos íconos del cine clásico que, en ocasiones, recuerdan el estilo de las producciones de serie B.
Dele una oportunidad a la serie, le va a traer recuerdos. Pero sobre todo, disfrute el cinismo de la cultura de consumo actual. Pop, para sonar elegantes.
Uno de los logros más destacados es la habilidad de García Saiz para permitir que las historias se desarrollen de manera natural, combinando fragmentos de forma efectiva.
El director demuestra una gran destreza al emplear recursos económicos de manera efectiva, centrándose en lo esencial. Presenta momentos bien logrados que, aunque no son explosivos, se oponen a la tendencia de exageración habitual.
Es un ejemplo de como una buena tropicalización, en este caso afrancesamiento, puede entregar un filma redondo. (...) el filme nunca pierde su tono francés y entrega una pícara y alegre comedia al alcance de todo público.
El filme se regodea en los arquetipos mafiosos hollywoodenses y en una edición confusa pero preciosista. El final precipitado es consecuencia de no saber plantear el conflicto inicial.
Es mezquina y débil incluso hasta con sus referentes más obvios. El debut como director en la franquicia de Wilson lo muestra taciturno e indeciso. Un coordinador de efectos visuales que pierde el ritmo casi desde el inicio.
La película ofrece varios momentos divertidos que son apreciados por los más jóvenes. Es una de esas historias donde la sobreanálisis puede ser más un pasatiempo que un trabajo. Los niños la pasan bien, mientras que los adultos podrían encontrarla un tanto pesada.
El filme cuenta con un universo exagerado y personajes únicos, lo que le otorga un atractivo que ayuda a compensar un guion que avanza de manera lenta y presenta inconsistencias.
Un filme que ante todo busca complacer más que desafiar. Su mayor fortaleza radica en algunos diálogos destacados, aunque su verdadero valor se encuentra en la actuación del elenco, que demuestra dedicación y habilidad frente a un contenido poco inspirador.
Crudo, conmovedor, verídico y amoroso, La civil se presenta como un neo western de tono femenino que explora el dolor, pero también la pulsión, el instinto y la ternura.
El reflejo de una parte de la juventud, sin ningún tipo de complacencia y sí una más que adecuada narrativa y sobre todo buenas actuaciones. En éstas recae gran parte del peso del largometraje.
Es una obra que explora intensamente el amor y la existencia. La música de Alexander Desplat añade momentos tanto cómicos como emotivos, enriqueciendo la experiencia cinematográfica.
La quintaesencia del cine hecho por estricta receta, la deshumanización de la emoción en aras de apegarse al lineamiento de una franquicia. El consumo como pertenencia global pero la renuncia a la sorpresa.
A pesar de la experiencia de Calparsoro en el género, la película padece de una evidente torpeza, tanto en su ejecución como en el mensaje que intenta transmitir.