Pereda se inclina en lo que en apariencia inicia como una sobria historia de costumbrismo y monotonía por una línea lúdica. Idea demasiado intelectual y pretenciosa, que no logra llegar con fortuna al ejercicio visual.
No hay doble juego o intenciones ocultas: cumple lo que promete ser y lo hace con serenidad y sin arrojo. La sobriedad es su mayor bendición y su peor maldición.
Irreprochable adaptación y puesta en escena. Buen resultado del talentoso Sneider. Se extraña la ligereza y desparpajo del texto de José Agustín. Aunque la película está bien lograda, se percibe cierta formalidad.
Hay que ser justos con 'Acapulco la vida va'. La película cuenta con un guion sólido y un elenco talentoso, pero carece de ese toque especial que convertiría la obra en algo excepcional. El resultado es una producción con altibajos que, aunque no es fallida, deja al espectador con una sensación de que podría haber sido mejor.
Las bromas y situaciones en apariencia que rompen el universo cinematográfico no son nada pero nada nuevo. Es un filme de la franquicia hecho y derecho. (...) un lenguaje fílmico mediocre, medianamente entretenida pero carente de la sorpresa del cine.
Un cuadro actoral de excepción al servicio de una comedia hueca superficial y genuflexa con el poder por lo que evita. Estrada prefiere poner como objeto de su crítica a los sectores sociales que al poder. Una lástima, si el director la hizo por legado.
'Recursos humanos' resulta una comedia pesadillesca ambientada en entornos asfixiantes que consigue despertar empatía hacia su protagonista, a pesar de su carácter lamentablemente patético.
Es una muestra de una apuesta cinematográfica íntegra. En algún punto es la esperanza de la belleza, lo inquietante que puede ser el lenguaje cinematográfico.
La idea tiene cierta gracia y presenta algunos buenos momentos de slapstick. Sin embargo, el resultado final es una comedia promedio, similar a un recalentado de un buen platillo. En esta ocasión, no logra mejorar.
Su desparpajo en todo momento es su principal fortaleza. En realidad, resulta un entremés ligero, para pasar un rato entretenido y que es tan saludable como una rebanada de pizza.
La historia de Bong Joon-ho no perdona a ningún personaje. En esta película, no hay lugar para la reivindicación social, ya que todos los personajes son representantes de las fallas familiares del postmodernismo, situados en una aguda comedia del arte.
La dirección carece de un estilo distintivo, lo que permite que Marshall respete el mito del personaje, produciendo un resultado algo automático. En esta nueva perspectiva, lo que resalta no es la impronta del cineasta, sino las características que definen al personaje.
Más allá de su aparente ligereza, la película reivindica cinematográficamente al mexicano feo. Su adecuación narrativa le otorga un atractivo especial. El filme protagonizado por Adrián Uribe, en este sentido, logra captar el interés del espectador.
Comedia blanca en el sentido del espíritu, raza, carácter y limitaciones en la psicología de sus protagonistas. No hay la delicia arquetípica en los personajes de la comedia romántica estadounidense clásica.
Un humor inofensivo y adolescente que olvida y traiciona la idea original. Lástima, que la vuelta a la idea, resulte en una traición del espíritu humorístico original.
La película juega a conseguir el impacto de un clásico atemporal. Lo logra con éxito y se aleja de la necesidad de justificar la maldad. Es una experiencia enriquecedora para los amantes del cine clásico.
Secuela del filme homónimo de 2013, se siente más manipuladora y poco genuina. A veces roza la autoparodia al exagerar una premisa interesante para transformarla en una franquicia. En definitiva, el encanto de la idea original se ha desvanecido.