Quien busque una lección de actuación se sentirá decepcionado, pues incluso los grandes actores no pueden brillar con un guion tan básico, que no logra desarrollar situaciones que expliquen los cambios emocionales.
Es una mezcla de futurismo posapocalíptico con terror, rodada con un presupuesto muy modesto. A los que les atraen las bizarreadas, créanme, es una joya.
No hay propiamente anécdota: es un recorte de vida aun más opresivo por su lentitud y su ausencia de “exposición, desarrollo y conclusión”, pero también nos pone en la piel de esos personajes, sus alegrías, sus deseos, su desamparo, su fidelidad.
La película se compone de pequeñas escenas que, aunque son fragmentarias, logran ofrecer una visión fragmentada de la trama. Este enfoque es efectivo para mostrar el transcurso del tiempo y para contar de manera sencilla y emotiva una historia amplia y compleja.
La narrativa es bastante absurda, sin embargo, presenta ciertas características únicas que han ayudado a que se mantenga en la cultura como un verdadero objeto de culto.
En el último tercio, la película adquiere un tono más aventurero, presentando momentos poéticos y las visiones del protagonista que rompen con la narrativa estrictamente realista.
La historia resulta fascinante. Sin embargo, la dirección parece la de un estudiante talentoso después de su primer semestre en una escuela de cine, ansioso por demostrar lo que ha aprendido.
Hay una notable habilidad en técnicas que han sido descuidadas en el cine contemporáneo. La forma en que se desarrolla la historia muestra una gran atención al detalle y una riqueza impresionante.
Puiu nos presenta su obra más desafiante y peculiar. La encontré realmente fascinante y me mantuvo cautivo. Participar en diálogos profundos y bien fundamentados es un verdadero deleite frente a la rutina de nuestra vida diaria.
La película mantiene un alto nivel de interés a lo largo de su duración, resultando más intrigante y novedosa que muchas de las propuestas de terror convencionales que suelen proyectarse en las salas.
Película hermosa y amena. Su único defecto proviene del libro original. La cinematografía es trabajo del talentoso Roger Deakins, reconocido como uno de los mejores en su campo, lo que convierte a la película en un verdadero deleite visual.
La estructura narrativa deja ciertos aspectos sin una explicación clara. La película se siente alargada, ya que los elementos cruciales del guion podrían compactarse en un cortometraje. Sin embargo, el enfoque que se presenta es, sin duda, particular y cautivador.
No soy un espectador muy exigente y me divierto con este tipo de películas. Sin embargo, es importante estar preparado, ya que los errores, clichés y tonterías son bastante evidentes.
La complejidad de las imágenes y sonidos, junto con su montaje, transmite tanto la desoladora miseria de los personajes como su profundo amor por las tradiciones, sus raíces y su humanidad.
La película no resulta ser un gran ejemplo, ya que no aborda el aprendizaje de manera efectiva. Además, carece de cohesión entre sus diferentes momentos, lo que obliga al espectador a esforzarse por unir los hechos.
'El empleado y el patrón' es una obra tensa que expone dilemas y conflictos, reflejando cómo las luchas de clase pueden surgir sin relación a la voluntad o moralidad de las personas.
Aunque su enfoque es menos agresivo y su estilo es más clásico, esta película puede considerarse una heredera de la rica tradición del cine indigenista boliviano. Su narrativa está impregnada de una profunda poesía.