El segundo trabajo de John Krasinski como director es una comedia dramática familiar que resulta entretenida y sigue de cerca el estilo típico de Sundance.
Un horror rústico técnicamente brillante que carece del factor humano. 'Green Room' presenta una sensibilidad de los años 80, priorizando el gore funcional y los sustos a fuego lento sobre el espectáculo digital.
Una experiencia dolorosa pero curiosamente carente de pasión, con múltiples tramas enfrentadas que obstruyen un estudio de personajes ya de por sí opaco.
'Big Sur' de Michael Polish presenta una sutil y sofisticada exploración del hastío de la mediana edad, inspirándose en la novela autobiográfica de Kerouac de 1962.
El cineasta Wiseman permite que toda crítica emerja de la observación y de la política del procedimiento. Sin embargo, se percibe un profundo respeto por el trabajo y el conocimiento detrás de cada obra efímera que se presenta.
Incluso en su momento más inverosímil, 'Boiling Point' conserva un crucial sentido de la integridad gracias a la sincera y necesaria presencia de la estrella Stephen Graham.
Una oda sentimental a las virtudes de la paciencia, a la tolerancia y a las tortitas rellenas de frijoles, que puede ser fácilmente su película más accesible hasta la fecha.
Reproduce una serie de elementos familiares de diversos dramas de cocina e historias disfuncionales de padres e hijos, pintándolos con suficiente colorido como para que al público no le importe que estén un poco oxidados.
Un segundo largometraje equilibrado y bellamente interpretado 'Fingernails' tiene un ingenio socarrón que no excluye su honesta inteligencia emocional.
Un estudio de personaje elegante y meticuloso. Se convierte en algo encantador e inteligente: un homenaje sutil y sereno a la calma y la indecisión, a hacer que la vida espere, tanto para lo bueno como para lo malo.
El debut de Lina Roessler no llega a ser la sátira aguda del mundo literario que podría ser, pero la extraña combinación de sus estrellas la convierten en un viaje agradable.
Un film inteligente y agudo que deja espacio para la poesía cotidiana en su retrato de inmigrantes que intentan salir adelante en un país inestable. Tiene suficiente ira como para no perderse en artificios y bondades.