La nueva película del director de 'Brazil' representa para su autor un modo de revisar su obra. Y de ese ánimo tal vez devenga la obsesión con la muerte que atraviesa toda la película, tiñéndola de una melancolía que hasta ahora Gilliam tendía a repeler.
Hay una prueba simple y rotunda de que el desafío técnico y actoral no es decorativo, sino funcional. La historia funciona dramáticamente, ya que la tensión se manifiesta de manera efectiva, y el manejo del punto de vista es impecable.
Lo que empezó aspirando a plato sencillo se convierte en recocido de fórmulas, clichés, estereotipos, idas, vueltas y circunvoluciones narrativas. Y, cómo no, una bestial misoginia.
Con poca experiencia previa, el director Raiff muestra una timidez y tentación cinematográfica evidente. Se nota que está en proceso de formación. Su estilo es bastante sobrio, recatado, y se sitúa entre lo bueno y lo mediocre.
Seth Rogen, Rose Byrne y Zac Efron brillan en esta película que ofrece diversión sin complicaciones, centrada en un conflicto imposible de resolver entre un matrimonio y sus ruidosos vecinos fiesteros recién graduados de la secundaria.
La mayor virtud de este film canadiense radica en su audacia al cuestionar los fundamentos de la educación y la corrección política, evidenciando hasta qué punto dicho sistema de normas se apoya en el disimulo y la ocultación de problemas.
La película no tiene, por supuesto, ningún interés en explorar el ámbito de la ciencia ficción. Sin embargo, se adentra en una distopía que refleja lo que está ocurriendo en la actualidad en nuestro planeta.
Satírica, paródica y deconstructiva, es una película muy pequeña dentro de la filmografía del director estadounidense. Lo más interesante es el subtexto apocalíptico.
Dentro del cotidianismo en el que se desarrolla la película, hay males que, afortunadamente, no aparecen. En ciertos momentos, el grotesco chirriante es sustituido por toques de absurdo que resultan efectivos.
Es posible que 'El rey del Once' sea la mejor película de Daniel Burman. La más personal, la menos mainstream, la más misteriosa y autosuficiente de todas, la menos dependiente de la presencia de alguna estrella.
Consigue cumplir efectivamente con varias reglas de las películas de encuentros y desencuentros amorosos. Y a pesar de sus virtudes termina ateniéndose demasiado a esos mismos esquemas.
El apóstata integra un relato que, aunque realista, se distingue por un sutil tono de sátira kafkiana, recordando a obras como La audiencia de Marco Ferreri, y lo contrasta con elementos del surrealismo.
Spike Jonze ha dado la batalla y aunque no es seguro que la haya ganado del todo, las armas puestas en juego son genuinas y coherentes. Productivas, en el sentido de que producen cosas en el espectador.
Además de su virtuosa fotografía, son tan extraordinarias todas las actuaciones de 'Nebraska', desde la de Bruce Dern como ese viejo testarudo hasta la del último granjero que aparece por allí, que las palabras quedan chicas.
Lo raro de 'Blue Jasmine' es que no esté acreditada como versión de 'Un tranvía llamado Deseo', ya que se trata de la misma historia. Pero eso no impide que el viejo y querido Woody embarque a los espectadores en su mejor obra en varios años.