'Sin límites' intenta mostrarse atrevida cuando le conviene. En otras ocasiones, pretende ser una alegoría seria, un drama íntimo, un thriller inteligente y un ciberthriller, todo al mismo tiempo. Como suele suceder en estos casos, al tratar de abarcar tantas cosas, termina no siendo ninguna de ellas.
Está claro que lo que se suele llamar "argumento" es, en este caso, un elemento prescindible, cuya única finalidad es respaldar la interpretación de los dos protagonistas.
Es un rush de más de dos horas, que termina como empieza y sigue: con una cabalgata de planos cuya duración de flash impide fijar una sola imagen en el cerebro vaciado.
Sin ninguna duda 'Cuatreros' es un objeto anómalo e inspirado. Lo que es difícil es que el espectador retenga muchos de los datos que esta máquina a propulsión rotatoria dispara en 83 minutos.
Aurora' contrapone un mundo real aséptico, tecnológico y científico con un entorno virtual lleno de ensoñación. Algunos cabos sueltos en la trama no restan completamente su capacidad de sugestión.
Eduardo Crespo, fotógrafo sensible, confió la dirección a Inés Duacastella. En esta obra, lo que podría parecer un tema abstracto como el duelo se materializa de manera impactante. Carece de gritos, llantos o diálogos nostálgicos.
Una película visualmente impactante. En cuanto a la trama, la saturación es notable, lo que puede llevar al espectador a valorar algún detalle sutil en medio de tanto espectáculo.
En el film español dirigido por Amalia Ulman, entre las grietas del humor se va filtrando en 'El planeta' una tristeza que se agudiza, hasta volverse conmovedora.
Esta obra se caracteriza por su singularidad: su naturaleza aparentemente extraña le otorga una amplia popularidad. La película de Zhao y McDormand podría estar creando un nuevo género, el crowd pleaser de qualité, convirtiéndose en esa "película importante" que logra atraer a todo tipo de público.
El director de Starlet y Tangerine vuelve a demostrar que es un especialista en las distintas formas de marginalidad, pero de una marginalidad asumida, voluntaria, orgullosa de sí misma.
La dupla de hermanos cineastas neoyorquinos es parte fundamental de la corriente más dinámica del cine independiente estadounidense. En esta ocasión, nos ofrecen una narrativa que explora de manera recurrente la locura, el desencuentro y los elementos que no logran integrarse en la sociedad de su país.
Esta tragedia asordinada confirma al realizador Lonergan como un narrador admirable, capaz de manejar con elegancia distintos flashbacks y situaciones dramáticas.
Cuando ya muchos creían que la historia había llegado a su fin, el director indio presenta una obra que retoma el concepto de "película dentro de película". Lo hace con una gran cantidad de ideas, un guión sólido y, sobre todo, un excelente sentido del humor.
Antes de llegar a un grand finale, la película escrita y dirigida por Theodore Melfi acumula golpes bajos y lugares comunes, pero el gran Murray consigue salvar la comedia con su retrato de un borracho impenitente.
En una época en la que suelen abundar argumentos basados en la bondad y las acciones en pro de la humanidad, el film protagonizado por Pat Healy pone en escena lo peor del género humano: se propone como comedia negra, pero al cabo es más negra que comedia.
Los momentos más jugados a la comedia funcionan, y cuando la cosa se pone más oscura toma al espectador por sorpresa. En el medio hay, en verdad, bastante relleno, con una love story espolvoreada con algo de sacarina.