Basta ver este retrato del rey Albert para imaginar una buena cosecha en los premios de la Academia de Hollywood, que suele celebrar la mixtura entre la comedia de salón, el film de época y la reconstrucción histórica, aunque se tome varias licencias.
En el contexto de una cuidadosa reconstrucción de época, el mural titulado 'El mural' se presenta como barroco, dinámico y vibrante. Sin embargo, en la pantalla, su apariencia resulta demasiado plana y rígida.
'Gato negro' acierta más en lo colateral que en lo global, donde peca de obviedad en el carácter emblemático del protagonista en relación con los hitos históricos.
Las protagonistas del film son chicas a quienes sus familias encerraron en un hospicio. Con la peculiaridad de que funciona a la vez como cabaret o prostíbulo. Pero la espesura del asunto termina diluyéndose a través de un sofisticadísimo diseño visual.
Parece una película mil veces vista. Pensándolo bien, tal vez 'El chico de Asakusa' sea la historia de un maestro zen y su alumno. O de un artista de vanguardia, dispuesto a violentar al espectador en su butaca.
El director de 'El artista' no le teme a Monsieur God Art y lo muestra pasar de la felicidad mientras filmaba 'La chinoise' al aislamiento progresivo, tanto artístico como personal. Y lo hace de un modo entretenido, glamoroso y no demasiado riguroso.
Tiene todo lo que el dinero puede comprar, empezando por su elenco. Pero 'La Casa Gucci' parece más el proyecto fallido de una serie que no fue que la película que pretende ser.
Sí podría pedirse que 'Araña' se asemejara menos a un mecanismo de relojería, que --más allá de que alguna de sus manecillas se presente algo chueca-- más o menos funciona. Pero sólo en sus propios términos.
La derivación final al emocionalismo y el triunfalismo in extremis es, a su turno, inevitable en una historia como ésta. Nada de ello mella los méritos de una historia que debía ser contada y que difícilmente pudo haber sido contada mejor.
Es, otra vez, una idea metida a presión, dicha y no vivida. Mientras tanto, y como había hecho ya en 'Contra viento y marea' y 'Dogville', Von Trier observa desde el cielo, como si se tratara del ojo de Dios. O lo que sea que esté ahí arriba.
Aunque utiliza el recurso introducido por 'The Blair Witch Project' y desde entonces varias veces repetido, el film consigue asustar con poco y se sostiene en la clásica y muy dosificada progresión que lleva de la normalidad a lo desconocido.
La sombra de lo ya visto pesa sobre 'Cómplices del silencio'. Es posible que para el público extranjero esta historia represente una novedad, pero para el espectador argentino, no ofrece nada que no hayamos visto antes.
El nuevo film del director de 'Carancho' carece de la intensidad que el caso narrado sugiere. Guillermo Francella compone a Arquímedes Puccio como un monstruo gélido y perturbador, en tanto el resto del elenco oscila entre la tibieza y la opacidad.