Diego Lerman ha evidenciado en 'Mientras tanto' (2006) y 'Tan de repente' (2002) su interés por los procesos de transformación de los personajes, y su tercer filme no es la excepción.
Es una película extraña. Correcta en su embrionaria exposición y medianamente creíble por las decisiones que toma una mujer en situaciones límites, pero excedida en la construcción de un imaginario social que pide a gritos cuerpos perfectos.
Una búsqueda eficiente y rápida, que abunda en los lugares comunes, fuerza el verosímil y precipita un final convencional que desmerece el buen timing del resto del relato.
La cuarta entrega de la saga continúa en la misma línea que sus antecesoras, ofreciendo abundantes dosis de humor negro, asesinatos de adolescentes y diálogos ingeniosos. Además, incluye referencias a otras películas y presenta nuevas reglas que le aportan un aire contemporáneo.
La película se deleita en las excursiones antropológicas hacia esa región desconocida del país, mientras que explora de manera ingeniosa un fenómeno que, gracias a la literatura popular y un cine de calidad, se vuelve irresistible para el público global.
Aunque el elenco cumple con su papel, Hopkins destaca ampliamente, utilizando una variedad de recursos que elevan la película. Sin embargo, debido a las vacilaciones en la dirección, la obra no logra alcanzar todo su potencial.
El film de Galliene se presenta casi como una autobiografía, entrelazando los recuerdos de su infancia y adolescencia. Es un artefacto tanto sofisticado como poderoso, sin dejar de ser accesible.
El moderado atractivo del film radica en el recorrido del hombre común que se enfrenta a circunstancias extraordinarias, con el aliciente adicional de observar a un actor de acción que se muestra contenido, coqueteando con el melodrama y revelando su vulnerabilidad como un personaje ordinario.
Una lección de capitalismo salvaje retratado con precisión por el film, donde se advierte la capacidad del brillante Aaron Sorkin en el guión, que logra llevar un tema poco transitado en el género.
No es que el actual presidente no haya pasado por lo que pasó, el problema de la película es cómo se presenta: un envoltorio caro pero pobre en la puesta.
Es probable que en la fascinante vida de la artista haya material para muchas películas, pero no es errado conjeturar que lo que logran Matus y Vila en Mercedes Sosa, la voz de Latinoamérica se aproxime bastante a un retrato definitivo.
Demasiados hilos de relato en una madeja por momentos frenética, entretenida pero que inevitablemente se enreda en estilos narrativos y la ambición de dar un mensaje.
Un claro e inteligente ejemplo de una mirada puesta sobre una historia particular –entretenida y con todos los elementos de una tragedia– pero que en ningún momento abandona la pretensión de contar un universo tan fascinante como desconocido.
Unos poquísimos elementos para diferenciarse de la nutrida lista de films del mismo tipo, destinados al consumo rápido y sin mayores consecuencias para el espectador. Aun cuando cuente con una memoria de elefante.
Una comedia triste y compleja, con sutilezas e inteligente en sus elecciones. Una joyita que llega a la cartelera en medio de prepotentes tanques millonarios sin alma.