Biopic que peca de querer contar todo. En vez de indagar en la oscuridad del músico, se fija en los líos de faldas, en las superficialidades. Por suerte, la interpretación de Tom Hiddleston bien merece darle una oportunidad.
El torontómetro ha empezado a bajar, con Kill Your Darlings. Daniel Radcliffe resulta poco creíble en su interpretación de Allen Ginsberg. Sin embargo, vale la pena prestar atención a Dane DeHaan.
Brilla, sin ninguna duda, Austin Butler, con un gran concierto de brillo y decadencia fastuosa. Luhrmann y Elvis son una pareja perfecta en esta producción.
Como homenaje completo al género, la película es, en realidad, un capítulo de 'Paradox Theatre Hour', una especie de 'Twilight Zone'. Se presenta una historia sencilla pero bien elaborada.
Jeff Nichols dirige la historia de amor más hermosa del año. Un drama que se aleja de los melodramas convencionales, presentando una épica sin necesidad de heroicidades.
Tan empeñado parece que estaba Uribe en que su película de posguerra no fuera juzgada y condenada como 'otra película de posguerra' que se olvidó de lo demás. De la historia.
King escribe y dirige este thriller político en el que maneja bien el ritmo entre las secuencias más íntimas, divulgativas y revolucionarias, casi de acción.
Siendo una propuesta convencional, con solo los discursos de ellos y unas interpretaciones interesantes, la honestidad de su puesta en escena logra convencer.
No es un retrato de Jackie Kennedy, sino una deconstrucción de todas las Jackies que existieron, creemos pensar que existieron y queremos pensar que existieron.
No es un biopic musical convencional. Carece de linealidad y de lo tradicional, lo cual era necesario. La mente de uno de los mayores genios del pop merecía un enfoque diferente.
Delpy tenía la intención de rendir homenaje a su madre, pero su principal desafío fue condensar todos esos recuerdos en un lapso de dos horas. Esto resulta en una falta de enfoque, ya que la película se desarrolla completamente en un flashback, y la justificación para narrarlo se siente inverosímil.
Joanna Hogg cierra con una secuela perfecta. ¿Qué es lo que le brinda felicidad a Julie? "Que la gente no se olvide de la película cuando aparecen los créditos finales". Felicidad alcanzada.
Un coming-of-age creativo. Es un despertar al arte interpretado por una sorprendente y debutante Honor Swinton Byrne, que se mide en pantalla ni más ni menos con su madre. Lo mejor es cómo acaba.
Hancock logra generar momentos de tensión, enfocándose más en las actuaciones de sus actores que en una trama cuidadosamente elaborada o en una dirección audaz.
Trae aquel caso de 1996 a una actualidad muy oportuna. En ello reside su gran valor, y en un reparto que defiende la frialdad y a veces pesadez de un drama judicial.
La pericia de la directora al capturar las impresionantes vistas de Katmandú y el Himalaya, junto con la notable evolución de Verónica Echegui como actriz, superan cualquier prejuicio sobre ver un Españoles en el mundo.