Aunque la temática y la moralidad se mantienen en sintonía con sus trabajos anteriores, en términos formales y técnicos, Chazelle logra un auténtico despegue que resulta sumamente disfrutable.
No es un retrato de Jackie Kennedy, sino una deconstrucción de todas las Jackies que existieron, creemos pensar que existieron y queremos pensar que existieron.
No es un biopic musical convencional. Carece de linealidad y de lo tradicional, lo cual era necesario. La mente de uno de los mayores genios del pop merecía un enfoque diferente.
Un emotivo retrato de personaje, es su trabajo menos afinado de Ball y, a pesar de ello, resulta disfrutable y esperanzador en tiempos de separación familiar.
La música guía la narrativa de la película, lo que es suficiente para que los admiradores de Queen, así como aquellos que, aunque no lo deseen, conocen las letras de sus grandes éxitos, disfruten de un momento pleno que culmina de manera espectacular.
La película se desarrolla como un thriller psicológico, manteniendo un control efectivo sobre la tensión. Sin embargo, lo más destacado es, sin lugar a dudas, la actuación de Shia LaBeouf, quien deja la impresión de que no está del todo claro si se interpreta a sí mismo o a McEnroe.
Delpy tenía la intención de rendir homenaje a su madre, pero su principal desafío fue condensar todos esos recuerdos en un lapso de dos horas. Esto resulta en una falta de enfoque, ya que la película se desarrolla completamente en un flashback, y la justificación para narrarlo se siente inverosímil.
La elección de un tono cómico y el ritmo imparable con el que cuentan esta compleja historia, hace de ella un filme entretenido. Ni mágico ni adictivo, pero te darán ganas de volver a jugar.
Joanna Hogg cierra con una secuela perfecta. ¿Qué es lo que le brinda felicidad a Julie? "Que la gente no se olvide de la película cuando aparecen los créditos finales". Felicidad alcanzada.
Un coming-of-age creativo. Es un despertar al arte interpretado por una sorprendente y debutante Honor Swinton Byrne, que se mide en pantalla ni más ni menos con su madre. Lo mejor es cómo acaba.
Hancock logra generar momentos de tensión, enfocándose más en las actuaciones de sus actores que en una trama cuidadosamente elaborada o en una dirección audaz.
Trae aquel caso de 1996 a una actualidad muy oportuna. En ello reside su gran valor, y en un reparto que defiende la frialdad y a veces pesadez de un drama judicial.
Michael Cuesta, con su enfoque conspiranoico de 'Homeland', desaprovecha el potencial del intenso thriller político que tenía entre manos, centrándose demasiado en una narrativa personal y realista.
La pericia de la directora al capturar las impresionantes vistas de Katmandú y el Himalaya, junto con la notable evolución de Verónica Echegui como actriz, superan cualquier prejuicio sobre ver un Españoles en el mundo.
O’Connor se esfuerza por dotar a la película de una coherencia superior a la de la serie de thrillers de acción lanzados en los últimos años. En algunos momentos logra alcanzarlo.
A la media hora de la película, durante su pase en el Festival de Toronto, algunos espectadores empezaron a abandonar la sala. La entrada triunfal de Claire Denis al género es compleja, controvertida y confusa, lo que deja sin un rumbo claro a la trama.