Aborda asuntos como la inmigración, el trabajo en negro y las parejas ensambladas, incluyendo aquellas del mismo sexo. Lo hace de manera ligera, con una perspectiva de viajero curioso, evitando discusiones o interrogantes.
Realista visión del infierno. Crítica y no partidaria. Filmada con el tiempo narrativo justo, intenso, como el que caracteriza el estilo Trapero, directo, lejos de cualquier poesía o metáfora, un "punch" a la mandíbula del espectador.
Un tanto lenta en el comienzo, pero que se rehabilita y entretiene a medida que avanza en su desarrollo, es un filme que trae el recuerdo de viejas películas de gángsters, en las que la acción era lo principal.
Es un filme con buen diseño de producción, correcto timing, pero ninguna originalidad. Todo es previsible, los clisés del género abundan y se quiere aunar romance y acción en una liviana producción con atractivos actores.
Tiene un sólido guión. Greg Mottola, junto a sus actores-guionistas, rinde homenaje al universo de la historieta y la ciencia ficción, logrando resaltar las virtudes de la amistad y la aceptación de la diversidad.
Una comedia romántica amena y vibrante, cuyo ritmo se mantiene enérgico hasta la segunda mitad de la película, y que reúne todos los elementos que atraen a adolescentes y jóvenes.
Todo es evanescente, libre, dispuesto a cambiar de forma en cualquier momento. Se puede entonar loas al amor presente, al Angel de la Bastilla o a la muerte y todo parece encajar en un París sin tiempo, donde todo es bello, joven y puede reiniciarse con libertad.
Un documental que se ve con simpatía y aunque la mayoría de los adultos preferimos un simple documental que no nos dé juicios sobre lo que vemos, nadie puede substraerse a personajes tan cautivantes.
El filme presenta problemas de verosimilitud y ciertas reiteraciones. En general, se trata de una comedia ligera, accesible para todo público y sin demasiadas ambiciones.
Destaca el gran trabajo de un niño actor, entonces de doce años, Roman Griffin Davis; el de Scarlett Johansson (la madre) y la niña Thomasin Mc Kenzie, sumados a una formidable inclusión de temas musicales.
La historia, bien llevada por Mimi Leder, con todos los clichés que suponen los filmes biográficos, permite conocer a una heroína por los derechos de la mujer, muy bien encarnada por Felicity Jones.
No sólo los clichés se multiplican sino que la música magnificada en altos decibeles los acompaña. Su exagerada sonoridad es la única manera que tiene el director de hacer sobresaltar al espectador.