Destaca el gran trabajo de un niño actor, entonces de doce años, Roman Griffin Davis; el de Scarlett Johansson (la madre) y la niña Thomasin Mc Kenzie, sumados a una formidable inclusión de temas musicales.
El filme de Paula de Luque ofrece una representación creíble, emocional y sorprendentemente verosímil de la pareja Perón-Eva y de todos aquellos que forman parte de su historia.
La historia, bien llevada por Mimi Leder, con todos los clichés que suponen los filmes biográficos, permite conocer a una heroína por los derechos de la mujer, muy bien encarnada por Felicity Jones.
No sólo los clichés se multiplican sino que la música magnificada en altos decibeles los acompaña. Su exagerada sonoridad es la única manera que tiene el director de hacer sobresaltar al espectador.
Con un viaje sutil por primeros planos que se hunden en los sentimientos de los protagonistas, Paul Thomas Anderson radiografía un terceto que sería un banquete para Agatha Christie o Patricia Higsmith.
Película difícil, de conmovedora religiosidad, una verdadera curiosidad en el mundo del cine, capaz de sorprender, emocionar o lamentablemente, para desprevenidos, desconcertar y aburrir. Impecable la filmación con una iluminación y una fotografía que asombra.
Una inmersión en profundidad con los fantasmas de toda la vida. Esta vez con la revelación como pareja de los increíbles Brad Pitt y Leonardo di Caprio, mágica unión de dorados conductores de un mundo de fantasía.
Una narración inquieta, nada profunda pero entusiasta, y lo bueno de sobrevivir feliz creando, son virtudes que el notable Taron Egerton exhibe en una vital composición, toda pluma y lentejuelas.
Aunque el filme mantiene un buen ritmo y está tratado correctamente desde el punto de vista formal y sin originalidad en el plano de los contenidos, la notable asunción que hace Zellweger de su personaje la hace inolvidable.
Se va apagando luego de un comienzo brillante, con poco humor, bien elegidas locaciones, estupendas incursiones musicales y una troupe de señoritas mandonas que se aglutinan ante un semihéroe derrotado por la burocracia de su país.
El filme, más allá de cualquier traspié, permite apreciar la ductilidad de Mahershala Ali y esa mezcla de calidez humana y socarronería que emparenta a Viggo Mortensen con Clint Eastwood. Una dupla impecable.
Destacada en cuanto a su perfección técnica, A pesar del hecho de conocer "lo que viene después", se comparte suspenso y cierta emoción en el alunizaje.
Podría encuadrarse dentro del drama familiar, aunque la palabra "familiar" implica una noción de calidez de la que la historia carece. Es tal la aspereza de la protagonista, que produce un cierto malestar incluso en los que la observan desde la platea.
Filme con mínimos recursos y casi sin diálogos. Un estupendo director y tres actores dotados de la fuerza necesaria para sobrevivir en medio de la muerte.