Lo que en el comienzo se mostraba como ingenuo y de suspenso, luego se transforma en reiterativo y muy violento. Y el final no resulta tan atractivo como se suponía.
Filme ensayo puramente frío y desbocados, donde la construcción lúdica, en cierta forma, lo acerca a una de sus últimas producciones, "Adiós al lenguaje", pero con una atmósfera fatalista y oscura.
El guión presenta cierta confusión, y algunos flashbacks resultan demasiado breves e insuficientes en cuanto a sus explicaciones. Además, en las escenas del Páramo, se echa en falta un mayor despliegue de creatividad.
La originalidad es evidente y la belleza resalta a lo largo de la obra. En cuanto al argumento, aunque es convencional, se desarrolla con un buen ritmo que mantiene el interés del espectador.
La película es formalmente correcta, con un Billy Crystal un poco deslucido en su papel. A pesar de todo, es un filme cuyos personajes transmiten simpatía.
Con una historia en la isla un poco traída de los pelos, el filme, que mezcla dibujos animados y actores en vivo es impecable técnicamente. Tiene buen ritmo y le sobran algunos minutos, aunque la atractiva presencia de los roedores y sus bailes logran distraer a los más chiquitos.
Es un filme de terror que presenta varias historias al estilo clásico de las películas en episodios. Sin embargo, carece de originalidad tanto en su forma como en su contenido temático.
Angustia, pero tiene momentos de respiro y reflexión y pequeñas subtramas que alivian el dolor del tema en sí, gracias a la fluidez de las conversaciones. Un filme difícil.
Nadando con la ayuda de buenos campos visuales con desenfoques inteligentes, el director logra una película de buen ritmo, que aunque suena a cosa ya vista puede distraer a algún amante del género sin demasiadas pretensiones.
Con técnica ‘stop-motion’, exquisita banda sonora y el uso del blanco y negro, Burton retoma la estilizada línea de sus personajes de ‘El cadáver de la novia’, permaneciendo tan fiel a sus temas de muerte, horror y ternura, como a sus intérpretes preferidos.
Su particular humor evoca a directores como Álex de la Iglesia, quienes logran un equilibrio perfecto en el desbordamiento. Como era de esperar, resulta ser una película más disfrutable para los aficionados al cine de terror.
Es un filme a medio camino, con abundantes lugares comunes, cierto manejo que recuerda las producciones televisivas masivas de la década del "80 y un humor pasatista pleno de clichés.