Superando con brillantez el reto del material y con un despliegue de energía creativa electrizante, Spielberg se ha asegurado de que ni él, ni el Holocausto, se puedan volver a ver de la misma manera jamás.
Una aventura deportiva encantadora y vibrante, acompañada de una banda sonora de reggae y hermosamente interpretada por su atractivo reparto. Es habilidosa, graciosa y cálida.
Comienza con la fuerza y la confianza de una gran película, y termina simplemente siendo buena. No es lo que promete en un inicio, pero es emocionante e impresionante de todos modos.
Aunque la interpretación de Jovovich destaca en la película, su carácter resulta vulgar y decepcionante, mostrando habilidades de liderazgo muy cuestionables.
Aunque el film padece de un exceso de ingeniosas ocurrencias al estilo Wilde, la actuación cálida y encantadora de Fry revela la amabilidad que subyace al ingenio.
Piensa en ella como si fuera un vídeo musical extremadamente ambicioso, con ideas visuales que simplemente hacen eco de las atmósferas musicales. La música cuenta su propia historia, y es gloriosa.
El retrato brillante y mercurial de Ike Turner que hace Laurence Fishburne, antiguamente conocido como Larry, es lo que la eleva más allá del reino de las biografías del montón.
Descubrir algo cualitativo sobre Burroughs era con mucho la intención del director, y el Sr. Brookner demuestra un grado inusual de vivacidad y curiosidad en la búsqueda de este objetivo.
A pesar de su entusiasmo, la película no logra ser lo suficientemente aguda como para justificar el tiempo que se pierde en conversaciones vacías y en recorridos en coche.
La película presenta a Sandra Bullock como intentando entretener en un papel que se siente excesivamente acelerado. Ben Affleck, por su parte, no logra transmitir el carisma necesario para dar vida a su personaje, el cual carece de la elegancia de los grandes actores como Cary Grant.
Es un loco revoltijo a través del reino felliniesco de la imaginación de Kusturica y lo demuestra: dale a este hombre el Danubio, unos músicos gitanos y una cámara, y tienes una fiesta.
La película muestra un mayor instinto visual que dramático, convirtiendo a los actores en figuras memorables gracias a sus pómulos iluminados, que a menudo quedan ensombrecidos por los inquietantes efectos especiales.
Aunque al final se torna grotesca y pierde algo de coherencia, su inicio es magnífico y su ingenio se mantiene a lo largo de gran parte de la película.