Buen western de sentimientos, la mezcla cuaja y funciona, aunque solo sea por un par de secuencias imborrables que enfrentan el horror de manera directa o sutil.
Una historia diseñada para emocionar sin caer en excesos lacrimógenos. En ocasiones, presenta momentos ásperos y sorpresas inesperadas. La ambientación es impecable y los personajes están bien definidos.
De las diversas formas de abordar la figura de Vila Capdevila, Galter opta por la más compleja y evasiva. Esto puede llevar a que el espectador, en lugar de quedar impactado, se sienta desconcertado.
Una crónica más de arqueología sociológica que de denuncia. Con buenas intenciones, no se logra la esperada versión española de 'La vida de los otros'. Estos, como mucho, son los de más allá.
Película con vocación de ametralladora. Lo ideal es disfrutarla a sorbos, sin pudor ni demasiado rigor. Incontinente y divertido repaso al cine patrio más loco y anti-nostálgico.
Casi se desplomaría si no fuera por Carey Mulligan, quien eclipsa y suple los vacíos que dejan algunos titubeos del elenco. El filme se encuentra en un constante estado de gracia y equilibrio para no desvanecerse.
Esta película se caracteriza por un humor ligero y desenfadado, pero lo más destacado es su homenaje a una infancia dulce, inocente y plena de felicidad.
El loco que las vuelve locas. González intenta manejar una historia de amor, que claramente es un tanto excéntrica, pero se ve afectada por las actuaciones de los actores involucrados.
Pequeña y larguísima epopeya, el filme se desarrolla sin alteraciones, disfrutando del reconocimiento que otorgamos a las narrativas de superación en el ámbito deportivo y personal.
El thriller se desborda con libertad, ofreciendo momentos cómicos y clichés sobre el terrorismo. Aunque el desenlace resulta algo forzado, logra ser entretenido y cumple con su propósito.
Todo tiene una apariencia pavorosamente real, incluso en escenas como la de James Gandolfini y el juguete parlanchín, de lo más tronchante del año, o del lustro. Ahí radican los muchos quilates de este apabullante callejón.
Una cosa con plumas de absurda naturaleza. Sin embargo, si se entra en el juego, incluso sin recurrir a sustancias psicotrópicas, algunas tonterías logran funcionar.