Nancy Meyers aborda, con destreza y experiencia, temas y clichés, logrando un producto de calidad estándar, adornado con el mismo buen gusto característico de sus trabajos anteriores.
Un excesivo subrayado, tanto en diálogos como en situaciones, le otorga un toque peligrosamente artificial a una fábula que brilla en sus mejores momentos durante la 'sección argentina'.
Sin eludir los tópicos más graves de la profesión periodística y la guerra, el filme logra funcionar de manera aceptable. Sin embargo, la credibilidad se desploma en su tramo final.
Provocará que los fans piensen, entusiastas como Michi Panero al observar RoboCop: “Es la historia de mi vida”. El resto de mortales podría arriesgarse a quedarse atrapados en un sopor.
Entretiene de manera adictiva y cumple con las expectativas, aunque parece que Downey Jr. chasqueaba los dedos con mayor maestría en años anteriores. En esta ocasión, se queda solo en hacer sonar su super-sonajero.
Vertiginosa, brillante y sinfónica adaptación de Hellboy, protohéroe 'grunge' y farruco que pega un brutal puñetazo en la mesa redonda de tanto viejo rockero marveliano con los royalties en el superbolsillo.
Exótico cruce entre 'La Cenicienta' y 'Rocky' con generosa guarnición de cine social, una bonita y pegadiza historia. Pieza indie bien afinada, soñadora y pícara con una Buckley devorapantallas.
La película logra mantener un tono ligero y divertido. Es como una cama elástica acolchada que nos permite disfrutar sin grandes esfuerzos. Un rato entretenido que, aunque no profundiza en los temas, ofrece una experiencia amena.
Fabulilla de iniciación y fusión de contrarios, esta ópera prima templa y enfila caminos nostálgicos trillados, pero al menos sin destrozar el entorno natural.
Alterna con salero las gansadas escandinavas y los 'impasses' y callejones dramáticos y hasta románticos a la inglesa. Es una opción entretenida para disfrutar de una tarde.