Bella y sencilla obra con tintes teatrales, es una joya más dulce que el Día de la Madre. Perfectamente equilibrada, sirve como denuncia y terapia del cine argentino contemporáneo.
Además de la habilidad narrativa excepcional de Salvatores, destacando especialmente el final 'banda aparte', la atención del público se centra en Ángela Baraldi, quien ofrece una interpretación magistral.
Los personajes principales no logran generar empatía o simpatía con el público. Este es un grave obstáculo para cualquier película, incluso para una que tiene un trasfondo emocional como esta.