Es un melodrama solemne, un thriller lírico, un drama existencial sobre una época de lucha y huida controlada. Una obra vehemente e inteligente, con bellísimos momentos.
La película carece de enigma, pero establece una estructura dramática efectiva. Esto no es fácil de lograr, aunque no se puede considerar brillante. Además, el personaje de Turing, siempre arriesgado, merecía más valentía en su representación y menos conformismo en su desarrollo.
De aspecto impoluto, excelentes intérpretes y enorme interés dramático, donde una cierta superficialidad en el desarrollo provoca que los aspectos sentimentales y melodramáticos acaben ganando la partida a los más ambiguos, trascendentes y, por qué no, interesantes.
En el filme no hay dobles caras, solo estereotipos. Fleischer crea una repetición sin originalidad, una simple copia que carece de verdadera capacidad para la puesta en escena.
Una película de cuidada fotografía, bellos paisajes, nobles propósitos y evidente interés, a la que le falta el alma que proporciona el atrevimiento, la sorpresa, el talento innato.
Un planteamiento que funciona medianamente bien en el guion, pero no tanto en la puesta en escena, tan deudora del cine de Terrence Malick que, al tratarse solo de un sucedáneo, pierde la oportunidad de convertirse en una película realmente auténtica.
Incluso a la mayor de las locuras hay que otorgarle una estructura, un ritmo adecuado, unos personajes con un objetivo. 'Crebinsky' carece de todo ello, disolviéndose como un azucarillo.
No logra emocionar a lo largo de los encuentros y desventuras del grupo. Carecen de la profundidad dramática y el análisis político necesarios, y sobran momentos de monotonía.
Una película un tanto meliflua, aunque nunca cursi, que busca la lágrima más eficaz. Al tratamiento de los conflictos les falta profundidad. Pero los adictos al sentimentalismo y al melodrama se pueden sentir como en casa.
Atractiva en parte, la película de Aïnouz resulta pesada tanto por su duración como por la falta de interés que genera. Sin embargo, destaca la poderosa dirección visual que muestra el talento del director.
Obra serena en tiempos agitados, Loving se asienta en la mirada tranquila, inteligente y cálida de la esposa, la maravillosa Ruth Negga. Y en el estilo de Nichols. Larga vida a su cine.
La irregularidad en los gags, las interpretaciones, el desarrollo y la puesta en escena se apodera del relato. Esta reina de España, con más sombras que luces, resulta ser un pálido reflejo de aquella niña de tus ojos.
Un guion donde apenas hay caídas ni recovecos en los personajes, y en el que demasiados asuntos se ven venir (...) todo es exquisito, las interpretaciones son perfectas, incuestionables. Pero nada es sorprendente.
Se deja llevar peligrosamente por el tópico formal, usando una fotografía en tonos ocres y una banda sonora de percusión y trompeta, que son características del cine político. Además, la trama se ve eclipsada por una historia paralela.