Extrañísima combinación de spaguetti-western, comedia negra disparatada, melodrama romántico, dibujo animado, slapstick y cine social, 'La modista' es un batiburrillo
Una película más académica que clásica, de sólido empaque narrativo, de viejo zorro que sabe contar un relato, pero de una pulcritud un tanto acartonada.
Es en el territorio de la animación donde Satrapi y Paronnaud demuestran su mayor brillantez. Sin embargo, la representación de la acción real presenta un efecto similar al de ‘Amelie’ en su montaje y puesta en escena. Esto parece ser un tropiezo en la trayectoria de una artista que se resiste a la repetición.
Una declaración de amor a su tierra junto con una crítica al régimen, aunque de forma un tanto superficial. Se echa de menos un mayor atrevimiento político al abordar las motivaciones que impulsaron la revuelta, ya que las clases bajas quedan invisibilizadas en la película. Además, se recurre en exceso a un enfoque meloso y romántico.
A primera vista se puede calificar como preciosa, pero tras una reflexión más profunda, se hacen evidentes sus fallos y se revela, incluso, como un sinsentido.
Tierna, capaz de conmover a base de perspicacia y sencillez. Atención a la escena final, un plano secuencia sin apenas movimiento de cámara de unos 5 minutos.
Loca comedia romántica. El guion está logrado, sin embargo, Berlanti no logra estar a la altura en la dirección, el montaje y el engranaje general. La primera mitad es estupenda, pero el desenlace de la segunda parte patina.
Seinfeld se ahoga en un tazón de cereales de cine prefabricado. Aspira a ser arte popular, dirigido al público más amplio posible, pero resulta ser un producto insustancial, una serie de ideas interesantes que quedan desaprovechadas.
Notable, una película formalista y a la vez cruda, marcada por la ambigüedad moral y política en ese instante en que los ideales chocan con la práctica emocional, sentimental y personal.
Excelente wéstern sobre la pérdida. La película es estupenda y, gracias al carisma de Diane Lane y Kevin Costner, Bezucha logra crear una obra sólida y cálida en su clasicismo.
Una obra acorde con el espíritu que glorifica: más acumulativa que rigurosa, más furiosa que estructurada pero de divertimento absoluto y seguro que de feliz descubrimiento para cinéfagos sin pretensiones ni remilgos.
Una película que, al mismo tiempo, es un reportaje de investigación y una denuncia, una hipótesis y una comedia desvergonzada. Un trabajo formidable (...) recital interpretativo [de Christian Bale]