Una película más académica que clásica, de sólido empaque narrativo, de viejo zorro que sabe contar un relato, pero de una pulcritud un tanto acartonada.
Es en el territorio de la animación donde Satrapi y Paronnaud demuestran su mayor brillantez. Sin embargo, la representación de la acción real presenta un efecto similar al de ‘Amelie’ en su montaje y puesta en escena. Esto parece ser un tropiezo en la trayectoria de una artista que se resiste a la repetición.
Curtis dirige su película con gusto y habilidad para mantener el ritmo. Sin embargo, Williams no logra convencer, ya sea por su aspecto físico, expresión facial o la falta de presencia; su interpretación se siente deficiente a pesar de su técnica.
Una declaración de amor a su tierra junto con una crítica al régimen, aunque de forma un tanto superficial. Se echa de menos un mayor atrevimiento político al abordar las motivaciones que impulsaron la revuelta, ya que las clases bajas quedan invisibilizadas en la película. Además, se recurre en exceso a un enfoque meloso y romántico.
A primera vista se puede calificar como preciosa, pero tras una reflexión más profunda, se hacen evidentes sus fallos y se revela, incluso, como un sinsentido.
Tierna, capaz de conmover a base de perspicacia y sencillez. Atención a la escena final, un plano secuencia sin apenas movimiento de cámara de unos 5 minutos.
Loca comedia romántica. El guion está logrado, sin embargo, Berlanti no logra estar a la altura en la dirección, el montaje y el engranaje general. La primera mitad es estupenda, pero el desenlace de la segunda parte patina.
Seinfeld se ahoga en un tazón de cereales de cine prefabricado. Aspira a ser arte popular, dirigido al público más amplio posible, pero resulta ser un producto insustancial, una serie de ideas interesantes que quedan desaprovechadas.
Notable, una película formalista y a la vez cruda, marcada por la ambigüedad moral y política en ese instante en que los ideales chocan con la práctica emocional, sentimental y personal.
Excelente wéstern sobre la pérdida. La película es estupenda y, gracias al carisma de Diane Lane y Kevin Costner, Bezucha logra crear una obra sólida y cálida en su clasicismo.
Taymor ha intentado, ya desde su título, huir del esquematismo y la parcialidad en su retrato de la periodista. Sin embargo, la película presenta un desarrollo episódico que resulta algo superficial, especialmente en la primera mitad.
Una obra acorde con el espíritu que glorifica: más acumulativa que rigurosa, más furiosa que estructurada pero de divertimento absoluto y seguro que de feliz descubrimiento para cinéfagos sin pretensiones ni remilgos.