Tiene todo lo que debe poseer un gran documental, ya que cuenta con carisma, una sólida narrativa y un atractivo visual. Presenta una historia apasionante que, a pesar de su toque maquiavélico, se desarrolla con profundidad, pasión y hasta con un toque de gracia.
Cerca del modelo scorsesiano, los personajes de Jong-bin parecen copias exactas al prototipo que bordó Joe Pesci: pobres tipos de apariencia enclenque, capaces de cualquier barbaridad mediante estallidos de rabia.
Tamahori recurre al sensacionalismo al enfocarse en el sexo, sin ofrecer una crítica social que profundice más allá de los clichés. Mientras tanto, Dominic Cooper se diluye en su doble papel, presentando un retrato que se asemeja más a una parodia al estilo de Borat.
Adrenalina sin sustancia. Con un metraje excesivo para contar tan poco, la película no logra convertir sus fuegos artificiales en visiones emocionales.
Tras un primer tercio marcado por un clima inquietante, la acción se centra en la represión sexual de una profesora. En este punto, la narrativa se vuelve más predecible, culminando en un desenlace pomposo y poco sutil, casi como si perteneciera a otra película.
El tono panfletario prevalece sobre el auténtico conflicto moral, legal y religioso presente en la historia, que está poblada de personajes poco creíbles que no soportan el más mínimo análisis.
En ocasiones, la alta política se transforma en baja política, y 'La guerra de Charlie Wilson' lo retrata con energía, acidez y cinismo. Sorkin ofrece profundidad dramática, réplicas incisivas y diálogos que reflejan una elevada política.
Más preocupada por los valores solidarios de la historia que por los puramente cinematográficos. Noyce se luce en las escenas de acción, pero poco puede hacer con un rutinario guión que culmina en un apresurado y discursivo desenlace.
Ausencia de creatividad. La falta de profundidad política, la falta de atención al detalle, ciertos problemas de interpretación y el perfil exagerado de algunos personajes limitan el potencial de una historia que, aunque promete ser apasionante, nunca logra serlo en pantalla.
Mejor dirigida que escrita e interpretada. Sonny no es una buena película, pero en ella se adivinan las intenciones de Cage por salirse del sendero fácil.
No es una mala película, ni mucho menos. Es digna, correcta. Da lo que se espera de ella, pero muy poco más. A veces es un poco burda. Y siempre resulta interesante y entretenida.
Estupendo e incorrecto cine familiar con niños de verdad. Una película con críos que hablan como los críos de siempre, lo que le confiere una increíble credibilidad. Casi dos horas de diversión, risas y emoción.
Excelente película con un prólogo impactante en su simplicidad, tanto metafórica como literal. Kurzel, a través de su dirección, examina de forma cruda pero hermosa la compleja mente de un individuo llamado Martin.
Formidable radiografía de la matanza de Srebrenica. El instinto de supervivencia, las impresionantes imágenes de la muchedumbre agolpada y la fortaleza de la cámara redondean un trabajo excepcional.
Berg no se destaca en lo visual, aunque cuenta con un notable elenco de actores. Son ellos quienes logran sostener una película que resulta incómoda y oscura, y que carece de la profundidad que busca transmitir.
Una obra sobre un personaje y unas eventualidades apasionantes, que se despliega como una fascinante reflexión sobre lo que parece y lo que es. Y está la belleza del trabajo de cámara y de luz de Eastwood.
Honoré presenta a sus protagonistas en un romance homosexual que alterna entre lo literario y lo descontrolado, manteniéndolos constantemente al borde de la autodestrucción. En este viaje, emergen destellos de ingenio narrativo.