Pocos defectos pueden señalarse, a excepción de su obviedad. Sin embargo, carece por completo de originalidad. No hay un solo giro dramático que se aleje del sendero más predecible.
Una historia escrita de manera desganada y con interpretaciones rígidas que, al llegar a la segunda parte, se olvida con tanta rapidez que parece prescindible. Eso no es cine, es simplemente una ópera filmada.
En algún momento resulta algo superficial en los aspectos más polémicos, pero es probable que tenga un interés más relacionado con la mitomanía que con lo cinematográfico.
El guión logra destacarse gracias a los ingeniosos guiños metalingüísticos y a la adecuada evolución emocional entre Lorca y Dalí. Sin embargo, falla en el aspecto técnico.
Espolvorea la poesía de Thomas a través de relatos en off que otorgan a la película un aire lírico que, sin embargo, no acaba de encontrar en su representación. Maybury (...) nunca acaba de resultar cercano por sus empecinamientos formales.
Moscati, nombrado santo por Juan Pablo II, parece un personaje más interesante de lo que muestra la película. Esta versión cinematográfica de una miniserie de la RAI, que dura casi cuatro horas, tiene un aspecto formal anticuado y se presenta de manera unidireccional, centrada en la hagiografía cristiana.
Inexcusable acontecimiento cinéfilo. El collage de secuencias final no solo ejemplifica la importancia de Querejeta, sino que también resulta absolutamente emocionante.
Con una bellísima fotografía, la película ofrece un trapecista juego narrativo que, aunque pueda parecer imaginativo en el papel del guión, no logra traducirse efectivamente en la pantalla.
Davis intenta ofrecer un toque de autoría personal que no logra transmitir. Sin embargo, cuando se enfoca en narrar las relaciones entre sus personajes, la película encuentra su camino.
Meg Ryan pierde el rumbo. La acumulación de clichés es tal que llega a asemejarse a una parodia de las películas de boxeo. Es una producción que destaca por su capacidad de ser, al mismo tiempo, burda y sentimental.
Mejor cuanto más intimista, 'La gran familia…', pese a sus dudas, acaba contagiando su espíritu popular: el de un gol que nos dejó con cara de no saber si reír o llorar.
Una de esas "películas de chicas". Creada, como una prenda de ropa de la moda, a partir de un proceso de cortar y pegar elementos de otros éxitos recientes.