La película, a pesar de su enfoque didáctico, puede resultar excluyente incluso para algunos cinéfilos. Su guion es tan rígido que no permite momentos de respiro, considerando que todo es significativo y cargado de importancia, incluso el lenguaje empleado.
A veces, el tono seleccionado para narrar una historia puede destruirla por completo. Además, se evidencia una notable falta de habilidad por parte del director.
¿Esto es poesía de la masacre? ¿Simbolismo macabro? ¿Sensacionalismo? Será el espectador el que decida. No es mentira, pero su efectividad social es más que dudosa, y la cinematográfica, menos aún.
Utiliza imágenes documentales de apoyo que otorgan credibilidad, pero que se queda corta en lo puramente cinematográfico por la convencionalidad de su estructura y de su tratamiento de personajes.
Partiendo del cine etnográfico, su curiosidad es evidente. Sin embargo, el resultado, que podría haber sido fascinante, resulta demasiado esquemático y empalagoso. La puesta en escena parece ser una elección equivocada.
Una película algo desequilibrada, que se mueve en una onda melodramática pero con instantes de profunda emoción. Hay demasiados elementos en pantalla y escasa reflexión.
Hay infinita acción y un notable retrato de la tensión, la emoción y el estado mental que enfrenta una persona rodeada por la muerte. Sin embargo, carece de un análisis bélico más allá de ser un panfleto que glorifica la labor de los Navy Seals.
Un relato con un excelente equilibrio entre lo social, lo político, lo judicial, lo afectivo y lo amoroso, que desemboca en la película perfecta para aquellos que no solo buscan emoción sentimental sino también conocimiento histórico.
El director no logra transmitir la pasión y la fuerza necesarias en el contenido de la película. La representación de esa situación que se oculta bajo la alfombra debería contener ideas narrativas y elementos de lenguaje cinematográfico, pero en este caso, carece de ambas.
Un proyecto audaz y efectivo, presentado con un ritmo adecuado y una clara información narrativa, lo que lo hace accesible incluso para aquellos que no están familiarizados con la política mexicana.
Una obra extraordinaria que sin ser solo una película deportiva es una de las mejores películas sobre deporte de la historia. Y, atención, sin secuencias de partidos.
Hicks vuelve a explorar con maestría la temática de la altura, gestionando de manera más efectiva que en obras anteriores el derrumbe sentimental. Su película, a pesar de algunos momentos de menor intensidad, resulta más dura que complaciente.
Puede verse como un impecable producto para grandes masas, pero nunca como un trascendente estudio sobre el heroísmo, su origen y su lado más oscuro. La épica acaba siendo de corto alcance.