Iliadis aporta sofisticación a la realización. Sin embargo, el producto resulta ahora más previsible, excesivamente enfocado en la escenificación de los momentos de impacto, los cuales rara vez se perciben como originales.
La fotografía es excesivamente brillante; el frenético montaje recuerda los peores momentos de Tony Scott. La dirección artística resulta inverosímil y, a menudo, risible. Las pretensiones morales son, claramente, desmesuradas.
Dos grandes, perdidos. Rutinario thriller policial de marcado tono ultraderechista, es la última muestra de su falta de rumbo. El desenlace es rocambolesco, basado en un truco de guion.
Ni Harris ni el director, Peter Webber, cumplen con sus funciones. La trama se limita a un esquema predecible de venganza contra aquellos que causaron el sufrimiento, y poco más.
Tratándose de un producto de gran presupuesto sobre un tema tan dolorosamente atroz, es difícil encontrar una película tan ridícula, ineficaz, banal, risible y desvergonzada.
En verano se estrena cualquiera cosa. Pero hay asuntos que sobrepasan la chatarra habitual. Como esta barbaridad, reaccionaria intriga criminal dotada de un guión infame
El valor social de ‘Campeones’ continúa siendo relevante, aunque su calidad cinematográfica ha decaído. La narrativa se siente excesivamente extendida y lo que alguna vez fue un audaz humor negro ahora se presenta en exceso como comedia infantil.
A pesar de algunas ideas interesantes, la película resulta en su conjunto predecible y carente de sorpresas; cumple con lo básico, pero se siente apagada.
Howard aporta su experiencia como narrador, pero en las secuencias de lucha y combate muestra una puesta en escena y un montaje desactualizados, sin energía ni impacto. Este aire frustrante solo se desvanece en los últimos treinta minutos.
Tiene todo para el triunfo entre el gran público: actores famosos, trama de lo más simple, efectos especiales de impresión y diálogos facilones. Basado en una famosa serie de TV. Lo mejor, los títulos de crédito.
Una obra muy atractiva en su concepto, que logra recoger con gusto la leyenda pero que fracasa en el aspecto central de lo que pretende: el del terror, visualmente convencional y narrativamente pobre.