La película, a pesar de su enfoque didáctico, puede resultar excluyente incluso para algunos cinéfilos. Su guion es tan rígido que no permite momentos de respiro, considerando que todo es significativo y cargado de importancia, incluso el lenguaje empleado.
Un relato lleno de rotundidad, delicadeza, belleza y crueldad. La película es dulce y dolorosa, hermosa y salvaje, y presenta un retrato definitivo de la soledad de la maternidad.
A veces, el tono seleccionado para narrar una historia puede destruirla por completo. Además, se evidencia una notable falta de habilidad por parte del director.
¿Esto es poesía de la masacre? ¿Simbolismo macabro? ¿Sensacionalismo? Será el espectador el que decida. No es mentira, pero su efectividad social es más que dudosa, y la cinematográfica, menos aún.
Utiliza imágenes documentales de apoyo que otorgan credibilidad, pero que se queda corta en lo puramente cinematográfico por la convencionalidad de su estructura y de su tratamiento de personajes.
Partiendo del cine etnográfico, su curiosidad es evidente. Sin embargo, el resultado, que podría haber sido fascinante, resulta demasiado esquemático y empalagoso. La puesta en escena parece ser una elección equivocada.
Una película algo desequilibrada, que se mueve en una onda melodramática pero con instantes de profunda emoción. Hay demasiados elementos en pantalla y escasa reflexión.
En su obra más sobria, Tanovic indaga en la delgada línea que a veces distingue la ficción del documental, ofreciendo un retrato simple pero impactante de la odisea de una mujer. En este relato, solo se deja entrever el dramatismo en un instante.
Hay infinita acción y un notable retrato de la tensión, la emoción y el estado mental que enfrenta una persona rodeada por la muerte. Sin embargo, carece de un análisis bélico más allá de ser un panfleto que glorifica la labor de los Navy Seals.
Un relato con un excelente equilibrio entre lo social, lo político, lo judicial, lo afectivo y lo amoroso, que desemboca en la película perfecta para aquellos que no solo buscan emoción sentimental sino también conocimiento histórico.
El director no logra transmitir la pasión y la fuerza necesarias en el contenido de la película. La representación de esa situación que se oculta bajo la alfombra debería contener ideas narrativas y elementos de lenguaje cinematográfico, pero en este caso, carece de ambas.
Una película en la que Jonathan Teplitzky aplica vehemencia a la profundidad e intensidad al dolor, lo que provoca que nos acordemos de su película hermana, "'El puente sobre el río Kwai'"
La mula entronca con aquellas maravillosas películas sobre la guerra y el fascismo que se hicieron en Italia por directores como Monicelli o Comencini. A pesar de ciertos problemas en la fotografía, sería lamentable que este trabajo de Radford cayera en el olvido.