Tarda en comenzar, pero una vez que lo hace, alcanza un nivel notable. La disparidad de las situaciones es persistente en un proyecto tan ambicioso como complicado de consolidar, y la falta de química entre Nieto y Noa Álvarez no beneficia su rendimiento.
Sin caer en el romanticismo comercial, Lilti, al igual que en Hipócrates, utiliza una cámara más tranquila y menos agitada para ofrecer una crítica social y política clara y saludable.
Noé ha logrado condensar su obra en 50 minutos que sorprenden por su audaz narrativa. La libertad creativa en este corto metraje es impactante y culmina en una parte final que deleita los sentidos.
La primera parte es un intento de película de terror. A pesar de que intenta anclarse en la realidad, su exageración la vuelve poco creíble. Aunque el tercer acto mejora la situación, llega demasiado tarde para salvar la experiencia.
No es una película que revolucionará la comedia en España. Sin embargo, cuenta con un director que se preocupa no solo por provocar risas, sino también por la estética, lo que enriquece el contenido del guión.
Al servicio del loco es un buen prólogo, con momentos de cine bien elaborados desde el punto de vista técnico, aunque las actuaciones no cumplen con las expectativas.
La primera media hora de la película destaca notablemente, aunque ya se percibe la inclinación errónea hacia el esteticismo del director. En cuanto al reparto, la película presenta un único punto débil: el personaje principal, Dina. Sin embargo, se compensa con un talentoso elenco europeo.
Qué se le ha perdido al palestino Hany Abu-Assad es otro de los misterios de un relato que no logra transmitir la desesperación vital ni las ansias de supervivencia, y aún menos el ardor romántico del amor desenfrenado en situaciones extremas.
Apasionante minuto a minuto de la vida de un superviviente, tiene el toque de las grandes tragedias, posee una gran belleza y huye de un falso ecologismo muy en boga.
Desde su llegada a París, la trama cobra vida gracias a diálogos ingeniosos, un retrato acertado de personajes secundarios y situaciones cómicas. Aunque no aporta nada innovador, resulta una experiencia agradable.
Costumbrismo moderno que invita al espectador a identificarse. La fusión de comedia y drama se destaca, gracias a las interpretaciones naturales, con Miki Esparbé brillando en su papel. Todo ello culmina en un gran homenaje al amor.
La historia destaca por su enfoque en el autoanálisis de las culpas mientras se desarrollan los acontecimientos. Desde un destino incierto, los personajes reflexionan sobre sus experiencias de una manera única.