Hay energía, gusto, rabia, misterio. Hay un director que provoca sensaciones. 'Green Room' no logra mantener el nivel alto durante toda su duración, ya que sin respiro no se puede alcanzar un clímax; aquí, sin embargo, todo se transforma en clímax.
A pesar de su enfoque intelectual, Baumbach se desenvuelve en la construcción de la historia con la simplicidad cotidiana de la nouvelle vague, fusionando esta estética con la energía de una comedia romántica juvenil.
Esta película cuenta con dos virtudes fundamentales que la hacen irresistible: una escritura sutil y sensible, capaz de ser ligera y trascendental al mismo tiempo, así como un trabajo interpretativo excepcional.
Extraordinaria primera película de Sean Durkin, con una puesta en escena cuidadosamente elaborada en su sencillez, donde la composición de cada plano se presenta como un verdadero prodigio.
La película resulta monótona e insustancial, a pesar de abordar temas relevantes. Se distancia del realismo y de una narrativa lógica. Todo esto se combina con una puesta en escena poco atractiva y, en resumen, crea un universo que resulta incomprensible.
A pesar de la destacada actuación de Hugh Laurie y Catherine Keener, la película se esfuerza por ser provocadora, pero en realidad resulta ser bastante convencional como muchas otras.
Una de las propuestas más insólitas del cine contemporáneo. Hay que celebrar la irrupción en la cartelera de una película tan única. Eso sí, dejemos los miedos de lado, ya que lo que encontramos aquí se asemeja más al estilo de Buster Keaton que al de Robert Bresson.
Leo Harlem vuelve a demostrar su solvencia, aunque no logra salvar el conjunto de la película. Es aceptable en la presentación de roles, pero peor en la peripecia e intragable en lo sentimental.
Es la merienda perfecta. Sin alcanzar la excelencia, todo está bien compuesto y cumple con creces tanto el universo de Roald Dahl como con el clásico ambiente del musical protagonizado por jóvenes de la calle.
La película es un desconsuelo que, eso sí, en modo alguno puede enturbiar las carreras de los implicados. Ahora bien, considerada individualmente, no hay por dónde salvarla.
Érase otra vez. Es la clara demostración de que lo fundamental en un buen relato es que esté bien contado. En este caso, eso no ocurre. Incluso si decides modificar la historia o continuarla, es crucial que lo hagas con convicción.
Un producto que está dirigido para ver en familia. Contiene unas estimables canciones, está bien producida y su tono está lejos de la grima que demasiadas veces va a asociada a este tipo de película.
Producto de confusa comercialidad. Tiene momentos de brillantez, pero también otros que caen en la desanimación, carentes de ritmo y pesados. Esto puede ser inevitable en una película que presenta más virtudes que defectos.
Una especie de Buscando a Nemo de saldillo, destinada a los críos más pequeños (no más de 8-9 años), que no pasa de lo digno en el apartado técnico, mientras en el narrativo todo suena a subtextos, relatos y emociones decenas de veces vistas y oídas.
Tim Hill dota al conjunto de buen ritmo. Sin embargo, el principal problema de Hop radica en su concepto. La película no logra encontrar su propio rumbo, quedando en un limbo narrativo que afecta su coherencia.
Melodrama con toques de comedia. A veces, incluso algo extemporánea, como en los instantes de slapstick, definitivamente fuera de onda a pesar de la simpatía general del conjunto.