Es impactante la baja calidad del filme en todos sus aspectos. Careciendo de ritmo y encanto, además de ser poco original y poco atractivo comercialmente, 'Ozzy' se presenta como un verdadero callejón sin salida.
El proyecto se presenta con una belleza formal impresionante, aunque fugaz. Sin embargo, hay dos aspectos positivos que deberían atraer a cualquier amante del arte hacia el cine.
En la película de Bickerstaff se presenta habilidad, enseñanza y destreza en el ámbito cinematográfico, pero carece de creatividad. Sin embargo, tal vez eso no sea un inconveniente.
Un buen policiaco. Lluís Quílez ofrece una sólida dirección y un estilo visual atractivo, además de un excelente control de la tensión narrativa. La película logra destacarse aún más gracias a la calidad de su elenco.
Imaginación nula. La nueva versión de 'Asalto al distrito 13' presenta una dirección más efectiva que su guion, que cae en clichés predecibles. Además, en la sección final, el autor comete un error al trasladar la acción fuera de la comisaría.
Aunque supera promedio de thrillers actuales, especialmente en cuanto a la complejidad de las actitudes de sus personajes, hay secuencias como la pelea en el bar que, siendo tan caprichosa como incomprensible, disminuyen la grandeza de la obra.
Entretiene, inquieta por momentos y hasta puede resultar desesperante, pero pierde fuerza con un desenlace que no está a la altura de lo que fue el fascinante combate mental que predominó en la narrativa.
Repleta de frases sentenciosas pero muy efectivas, en algún momento brillantes. (...) Una película muy bien interpretada, dotada de un excelente ritmo.
Es un volcán de cine y vida, pero también un volcán demasiado cerca de lo abyecto. Es mejor que ciertos sectores de la población cinéfila, como embarazadas y padres con bebés, se alejen.
Con los elementos característicos del cine negro, la película se siente llena de pretensión y superficialidad. La trama resulta inverosímil y forzada, cayendo en la trampa de ser solo un experimento de alguien que carece de verdadero talento.
Técnicamente cuestionable y con una producción deficiente, la película se encuentra en un punto intermedio. Si pretende ser una historia, resulta excesivamente extraña, pero si busca ser absurda, le falta un toque mordaz.
Un trabajo tan esforzado como partidista, tan aparentemente verdadero como en el fondo truculento. El problema es que este tipo de sátiras políticas sólo convencen a los ya convencidos.
Soren Kragh-Jacobsen demuestra su habilidad como director, a pesar de recurrir a una estructura narrativa bastante predecible y dejando atrás los principios del Dogma 95.