Hay que reconocer la habilidad para crear ambientes de cercanía y la capacidad para los diálogos cómplices, pero el inconveniente es que constantemente se están apartando de lo que realmente importa a través de superfluos juegos.
Curioso, desigual, simpático y algo ingenuo filme destaca sobre todo por una laboriosa estructura basada en continuos saltos. A pesar de algunos momentos de duda, todo acaba encajando de manera perfecta.
Polanski lleva a cabo una de las debacles más sorprendentes de su carrera cinematográfica. Resulta difícil de comprender cómo, a los 90 años, decidió involucrarse en una complicada producción que se extendió a lo largo de 17 semanas.
Violentísima película de acción, es una pequeña obra de cámara, breve en duración y austera en sus escenarios, que logra destacarse sobre su (aparente) simplicidad como un entretenido pasatiempo de salvaje creatividad.
La película se deja llevar por la ocurrencia, la superficialidad y un toque de desvarío. Opta por una acción sin prejuicios y por el humor. Sin embargo, la acción carece de fuerza, audacia e imaginación, mientras que el humor no logra aportar gran gracia.
El punto de partida es indudablemente maquiavélico, y lo más arriesgado es que se presenta en un tono de comedia negra. Sin embargo, la película se desvanece demasiado pronto.
Cómo puede tener una primera mitad tan interesante, bien trazada y narrada, y una segunda parte tan académica, ñoña, caprichosa y desviada de lo que se ha ido formulando en la mitad inicial.
Una comedia interesante en su punto de partida, que, sin embargo, se queda en terreno de nadie. Le falta crueldad, por un extremo, como para llegar a convertirse en una comedia negra. Y carece también de brillo y profundidad.
Simbólico drama sobre el irresistible peso de la memoria, con evidentes ecos de la película madre en este sentido, 'Fresas salvajes', de Ingmar Bergman (...) únicamente da un importante resbalón en su desenlace.
Con unas interpretaciones sobresalientes de José Ángel Egido y Pablo Derqui, junto a una brillante actuación de Bárbara Lennie, la película aborda la sociología familiar de manera sutil. Se presenta como un experimento metacinematográfico de múltiples capas que refleja tanto a María como a Nely.
El mayor problema, aparte de la puesta en escena, repleta de horrorosos ralentís y de pretenciosos movimientos de cámara que acaban dándole un aspecto hortera, surge con una cuestión más de esencia que de forma.
El texto presenta una gran cantidad de verborrea innecesaria, lo que podría considerarse uno de los aspectos más negativos de la película. Sin embargo, destaca un intérprete excepcional que casi logra sostener la totalidad del guion: Eduard Fernández.
Si alguien quiere entender por qué practicar la comedia negra es tan complicado, que vea '¿Y ahora adónde vamos?'. Encontrará un claro ejemplo de lo que no se debe hacer.
Irregular pero interesante. Cuando la comedia negra, que aparece en la mayoría de las situaciones, no se impone a través de actuaciones exageradas o chistes poco sutiles, la película logra sus mejores momentos.
De ritmo moroso y reiterativo, la película parece un intento menor de aquellas cintas que presentaban a un niño en un contexto histórico, que solían ser candidatas al Oscar a la mejor película de habla no inglesa. Sin embargo, hay ciertos detalles que perduran en la memoria.