Implacable, demoledora y perfecta película. Una obra destacada e inspiradora, compleja y al mismo tiempo apasionante, que reafirma la maestría del director.
Mitre ofrece una magistral disección de la política y de la responsabilidad que asume una persona en un puesto de mando, mostrando el macropoder a través de una historia de micropoder. Esta es una película magnífica.
Ni la puesta en escena ni un guión en el que todo cabe, desde la ausencia de planteamiento moral hasta el más rancio de los chistes, ayudan a que la película adquiera la condición que ambiciona.
Espanto vampírico perpetrado por el algoritmo de Netflix. Foxx, consciente de las frases que le han asignado, se dedica a hacer gestos cómicos propios de un estudiante de secundaria, algo que no está a la altura de su talento.
Una franquicia que ya no vive. En esta segunda entrega, todo resulta inferior. Las escenas de acción y su mezcla de sangre y vísceras carecen de la frescura que tenían anteriormente. Además, los nuevos personajes no aportan nada interesante.
La película se presenta como una efectiva broma que fusiona la interdisciplinariedad y el sampleado, así como la mezcla entre alta cultura y cultura popular.
La película nunca logra consolidarse en lo que se busca: un tótum revolútum que abarca tanto el universo de Sam Raimi como el cine juvenil de Hollywood. Además, el guión parece estar por encima de una puesta en escena bastante rudimentaria.
Una fascinante historia que se presenta como un melodrama barroco y oscuro, con toques de humor negro. Destaca por su diálogos notables y un matiz trascendente.
Una hora con la sencilla solemnidad de Jonás Trueba es escueta, elevada en sus conversaciones y en sus pretensiones, rotunda, hermosa, libre y personal. Al mismo tiempo, resulta muy sencilla en su estructura.
Tiene gracia y gancho, sensibilidad y ternura, simpatía y amargura. Unas animaciones sencillísimas, casi naífs, que redondean una película de notable atrevimiento en todos los sentidos, siempre directo, coloquial y expresivo.
Arranca de un modo fenomenal, ya que contiene suficientes atractivos, casi siempre relacionados con su difícil ambigüedad tonal. Sin embargo, en la segunda mitad, la película decae notablemente.
Película dispersa, pero simpática, más cerca de la suma de momentos que del relato férreo. Pero finalmente gana el combate gracias al gancho de Kiberlain con un personaje encantador.
Con una puesta en escena poco inspiradora, la obra oscila entre la pedantería y breves instantes de ridículo. Sin embargo, logra culminar en un último acto mucho más atractivo, aunque esto no es suficiente para redimir el desarrollo previo.
Componer una buena comedia sobre la depresión es muy improbable, pero Gilles Lellouche sale bien parado en al menos dos tercios de la película. Ayudado por un formidable conjunto de intérpretes masculinos.
[Trueba] le hace una peineta a la sociedad con su calma y su sonrisa habitual. Sosegada y sencilla, profunda y crítica, 'Casi 40' provocará la introspección del espectador, del que está pasando por esa edad, del que pasó y del que pasará.
Se resiente, sin embargo, de la irregularidad de sus microhistorias personales. Aunque, finalmente, lo esencial es que, entre la ternura y la acidez, opta por el bando del agrado, de la suavidad, de la simpatía y del costumbrismo del pueblo.
Ser audaz, y esta peli lo es, poco tiene que ver con el talento. Y el director no lo demuestra en el desarrollo de un relato sin lógica interna alguna. Cada uno de los acontecimientos de 'Háblame de ti' tienen menos sentido que el anterior.