'Noir’ futurista con ideas pero sin belleza, un estimable acercamiento a la necesidad de la memoria, a la que le perjudica en demasía su aspecto de convencional producto de usar y tirar.
El relato omite los elementos más complejos de la relación entre los dos personajes masculinos. Esta ausencia de subtextos hace que se pierda fuerza en una obra que, a pesar de su notable calidad técnica, no logra mantener el interés.
Cordiales tópicos. La irregularidad abarca la obra, pero lo más impactante es la forma en que los creadores retratan a España como un edén de libertades.
Primer tercio sorprendente, un espectáculo brillante con críticas mordaces. No obstante, resulta ser solo un espejismo. Cuando llega la batalla contra el mal, se vuelve predecible, repetitivo, cansino y ya lo hemos visto mil veces.
Esta ya la he visto. Es un repetido ejemplo de historias que se asemejan entre sí. Hoy en día, las películas de Garry Marshall no solo parecen similares, sino que realmente son casi idénticas.
Es fácil de ver y resulta interesante, sin embargo, la película rápidamente se desvanece de la memoria. Carece de la calidad necesaria en su narrativa y en su estilo visual.
Otra impresionante obra moral de Asghar Farhadi, centrada en el diálogo y las acciones más que en las imágenes, te atrapa tanto física como éticamente, llevándote a cuestionar todo, incluso a ti mismo.
La lágrima como fin. Un melodrama intenso que, aunque el aspecto interpretativo brilla con buen desempeño, especialmente con Mario Casas, otros aspectos de la película no logran alcanzar el mismo nivel.
Los creadores han perfeccionado su talento para la invención, ofreciendo giros inesperados y una serie de momentos memorables que transitan entre la tensión y la risa.
La primera parte es un intento de película de terror. A pesar de que intenta anclarse en la realidad, su exageración la vuelve poco creíble. Aunque el tercer acto mejora la situación, llega demasiado tarde para salvar la experiencia.
Una película de enorme belleza, donde José Díaz muestra eficacia a la hora de filmar y honestidad en el momento de transmitir sus sensaciones. Y con un notable equilibrio entre los textos a cámara y en off.
Desde su llegada a París, la trama cobra vida gracias a diálogos ingeniosos, un retrato acertado de personajes secundarios y situaciones cómicas. Aunque no aporta nada innovador, resulta una experiencia agradable.