Interesante aunque complejísimo debut, la sensación final es de un desasosiego tan extremo que la respuesta de si ha merecido la pena el extenuante esfuerzo queda, durante días, en entredicho.
Entre las experiencias cinematográficas más memorables que he tenido se encuentra el documental 'A cielo abierto'. Es una obra impresionante, una maravilla que deja una profunda impresión.
La primera media hora de 'Elysium' es impactante. Sin embargo, el director Blomkamp no logra mantener ese nivel y la historia se vuelve mediocre. Con el tiempo, la alegoría pierde su fuerza poética y se convierte en un espectáculo vacío.
El espectador descubrirá una gran cantidad de películas que harán que estas tres horas de proyección se conviertan en la promesa de innumerables horas de disfrute cinematográfico en el futuro.
Entretenidísimo. Es esencial y crucial por una razón fundamental: las películas de Pedro Olea todavía son lamentablemente muy desconocidas entre los jóvenes amantes del cine.
Canónica a lo largo del relato, Goliath está dirigida por dos personajes destacados. La película es enérgica y emocionante, aunque no propone nada realmente innovador.
Cala hasta lo más hondo, a pesar de un inicio prometedor que se desvanece hacia el final. 'Mi vida ahora' refleja la desesperación provocada por un periodo de crisis en los ámbitos económico, político, social y moral.
León repite, aunque con menos intensidad, gran parte de los errores de 'Princesas'. Las escenas cómicas dan la impresión de estar elaboradas por un imitador, y sus rimas están perdiendo calidad, convirtiéndose en simples ripios.
Una fuerza de la naturaleza. El documental enfrenta un dilema fundamental; el enfoque no está en la película, sino en el propio proceso del viaje, lo cual siempre la eclipsa.
Un making of torturado, realizado con una cámara que, al igual que en 'Arrebato' de Iván Zulueta, acecha, conmueve y, al final, se traga a los espectadores.
Ensayo fílmico que muestra hermosas combinaciones de texto, imagen y silencio, entrelazando el pasado y el presente y reflexionando sobre el futuro del cine.
El documental comienza con la música y explora dimensiones políticas, sociales y emocionales, convirtiéndose en un destacado ejemplo de periodismo. Es un documento esencial sobre una manera única de experimentar la música.
La cadencia del montaje y la pausa con la que se mueve la cámara alejan a la cinta de la espectacularidad de otras de su estilo, para adentrarse en cambio en el terreno de la melancolía y del sosiego.
Interesante, polémica y egocéntrica, la película es también la demostración palpable de una atroz realidad: que en este mundo nadie convence a nadie de nada.