Una película austera y poco complaciente, presenta una narración desequilibrada con un estilo casi documental. La reiteración de los diálogos resulta enervante, ya que opta por la falta de explicaciones en lugar de buscar la verosimilitud.
Enigmática y envolvente película de autodescubrimiento personal acerca de la identidad que, de todos modos, aglutina una diversidad de orígenes tan rica que quizá sea esa complejidad la que provoque su fascinación global.
Una bonita película sobre la muerte y el legado, el modo en que está relatado, sin un solo golpe bajo, con la esperanza dominando a la amargura y la belleza de la vida a la crudeza de la muerte, es de una rica nobleza.
La deslumbrante luz de Naomi Kawase establece una estructura a la vez férrea y atractiva. Lo esencial en 'Madres verdaderas' es el soberbio retrato del estado interior de los personajes.
La película definitiva sobre la adopción en el país, al menos en lo que se refiere a su enfoque. Destaca por su ternura, complejidad y una ambición que se presenta con un encantador aire de sencillez. Es, sin duda, una obra muy completa.
Un digno acercamiento a la realidad social, se destaca en la diversidad del panorama femenino que presenta y en sus actitudes. Sin embargo, la película resbala en las líneas burlescas que distancian a sus tres protagonistas.
La película deja en la retina un puñado de sobrecogedoras imágenes que parten de lo social. Es, sin embargo, en el último tercio cuando el relato se tambalea.
Película mucho más interesante que lograda. El director no se decide entre la herida colonial y la melancolía de la memoria, lo que desatiende un aspecto básico: los propios personajes elegidos como guías.
El regreso fallido de Eddie Murphy en esta película resulta ser una decepción. Se siente excesivamente cursi, ya que repite gran parte de la estructura y los escenarios de la original, y quizás solo se salve en lo que respecta a la música. Además, abundan los momentos de histrionismo, pero carece de la chispa que se esperaba.
Barbier mantiene unas ganas de agradar dentro de la barbarie que, aunque deliberada, no acaba de cuajar en una primera parte un tanto condescendiente con sus estallidos de alegría. En la segunda mitad impone la crudeza.