Violento y apasionante thriller de origen estadounidense. Es más que una simple intriga de entretenimiento. La gran fortaleza de Van Looy radica en que, además de entretener con un hábil juego de identidades, crea un audaz cine político y una efectiva crítica social. No obstante, la ejecución de Van Looy es un tanto cuestionable.
No resulta tan entretenida como podría esperarse. Las interpretaciones de Margaret Qualley y Beanie Feldstein son uno de sus aspectos más destacados, pero el guion habría necesitado una revisión para mejorar su calidad.
Sin elementos extraños de lenguaje cinematográfico ni artificios externos, Petzold logra desde el inicio que bajo el manto de tranquilidad de los lugares en los que se ambienta el relato algo perverso parezca cernirse sobre los personajes.
De principio a fin, la comedia es el eje central. Agradable en general, aunque en ocasiones la extravagancia se siente un tanto forzada. Siempre resulta entretenida, aunque no logra profundizar realmente. De hecho, da la impresión de ser una película de hace 25 años.
Película que destaca por su falta de ambición, donde se recurre a una antigua estrella como Jim Carrey. Presenta situaciones melosas que agradarán a padres que no son sensibles a la exageración, además de risas fáciles para niños menores de diez años.
Una comedia de tintes negros y dramáticos muy curiosa. Gabilondo mueve su cámara con naturalidad, capta bien en montaje cada una de las reacciones y ofrece una bonita expresividad en cada plano.
La fantasía digital carece de misterio en esta adaptación del libro. Presenta un tono melancólico que lamentablemente ha dominado el cine infantil en los últimos quince años.
El regreso del prestigio. Zambrano destaca en la dirección de los actores. Con elementos del género, como el wéstern, thriller y road movie, la película es cruda y áspera, aunque su desenlace pierde un poco de fuerza.
Debut interesantísimo. Una comedia negrísima de trasfondo social con temas de enorme calado, expuestos a través de diálogos sorprendentes en muchos momentos alejados del realismo pero interpretados con enorme naturalismo.
Bien ajustada en su metraje y con notables interpretaciones, puede sonar a ya vista y oída, y con mayor altura, pero el nivel medio en todos sus apartados es apreciable.
El guion apuesta por el minimalismo, la sencillez y la sutileza, pero acaba dando la impresión de relato demasiado escuálido, necesitado de matices y de recursos dramáticos y de diálogo.
En un tono que intenta ser humorístico, pero carece de una sola línea de comedia realmente efectiva, la sobreactuada Diane Keaton se dedica a hacer mohínes y a tropezar constantemente, sumergiéndose en un slapstick que resulta patético.
El casi contracultural mensaje del filme es una excelente invitación al desconcierto. Con una magnífica ambientación, una gran corte de personajes secundarios y un guion repleto de enseñanzas sociales, pero también de divertimento.
Del desastre en la sección humorística se transita hacia un grupo de conversaciones más profundas y mucho más atractivas sobre la inevitable decadencia del cuerpo. Sin embargo, estas reflexiones son solo migajas en un conjunto que nunca justifica la presencia de un cuarteto de actores tan talentoso.
Una exultante amabilidad solo apta para ese arco de público que busca en el cine que todo se resuelva como en un cuento social a lo Charles Dickens o Alejandro Dumas, pero sin las necesarias dosis de barro, el físico y el moral.
A medio camino entre el drama, la comedia negra y la tragedia, la película se eleva gracias a una magnífica idea (...) la media hora final tiene garra, convicción y originalidad.