Al límite de lo incoherente y lasciva sin arrepentimiento, esta comedia de amigos policías sustituye a los personajes de verdad por coches, helicópteros y motos.
La actuación de Meyers, marcada por una rigidez y arrogancia extraordinarias, resulta peculiar, pero los diálogos estridentes que debe pronunciar logran, en gran medida, funcionar.
A Schindel le cuesta encontrar el ritmo adecuado, y la película pierde demasiado el tiempo antes de llegar al sprint final que realiza en los últimos 20 minutos.
Tommy’s Honour' quiere convencernos de que ver a dos hombres discutir y golpear bolas hacia pequeños agujeros durante la mayor parte de dos horas es el culmen del entretenimiento.
El Sr. Pitt ofrece una interpretación convincente como un personaje torpe, mientras que la Sra. Arianda brilla al dar vida a Rosie, adornada con la más encantadora de las sonrisas. Si estuvieras en el lugar de Tommy, seguro querrías entregarle todo.
No parece una película, más bien una idea escrita en una servilleta. Aunque los nombres relevantes se enfrentan a personajes tan insustanciales como hologramas, el director de fotografía ofrece motivos para disfrutar de ella.
Dirigida por Michael Radford, la película se enfoca más en seguir la cronología que en aportar creatividad. El diálogo se siente excesivamente adulador y, en muchos momentos, llega a ser aburrido.
Funciona mejor como reflexión sobre los trucos de la memoria y el efecto que tiene la educación —o, en este caso, la falta de la misma— en los juicios personales.
Despreciable. La falta de autenticidad es sorprendente. Se recurre a clichés y actitudes cínicas en el romance, lo que hizo que la experiencia con Mr. Harris se volviera una tortura durante 96 minutos.
Una película tan desesperadamente fuera de onda en lo que respecta a salir del armario que te dan ganas de arrastrarla, junto con todos los que están en ella, al siglo XXI.