Los creadores parecen haber buscado en Google lo básico de la historia y, a partir de ahí, la transformaron en una trama sin sentido centrada en huérfanos, plagada de clichés sentimentales característicos de Hollywood.
Es lo suficientemente modesta para renunciar al subtexto de cine de autor y buscar sustos convencionales. Aunque es lo suficientemente ambiciosa para conseguir darle fuerza a la fórmula.
Se apoya en su innegable calidez, en la sólida interpretación central de Ward y en el puñado de detalles de la historia que evitan que se convierta en una película de manual.
Es una buena producción cinematográfica y hay mucho material para reflexionar. Vale la pena verla y cuestionarnos dónde convergen y divergen la política y el alma humana.
La tendencia de David M. Rosenthal a la dramática fotografía submarina y a las escenas de sexo medio tórridas no compensan su ritmo lánguido y su impotencia dramática.
No es reveladora y básicamente nos cuenta todo lo que ya sabemos. Cuando entretiene, parece un accidente. pero en última instancia es una curiosidad entretenida de ver de principio a fin.