Es una película elegante y magistralmente realizada. Presenta escenas de acción de una calidad sorprendente de los hermanos. Sin embargo, terminó dejándome con la sensación de haber sido algo superficial.
Termina con un toque final magistral que ningún thriller comercial se permitiría: una gran interrogación que deja una sensación de incomodidad. No cabe duda de que eso es el sello de un thriller verdaderamente satisfactorio.
Una visión empática e inteligente de la prisión de la fama y el privilegio, con una Kristen Stewart que ofrece una interpretación principal frágil, tierna, a veces juguetona.
Austera y melancólica. El espectador participa activamente en una narrativa que siempre se despliega y revela a cada momento conexiones y matices inesperados.
Kogonada aporta una sensibilidad estilística y dramática profundamente idiosincrásica a una historia que no es sólo una obra de personajes, sino también un estudio elegante y con matices de la gente, el espacio y la consciencia.
Está tan cargada de posibilidades subdesarrolladas -aunque valientes- que resulta un espectáculo frustrante, aunque uno del que no puedes apartar la vista
Una meta-investigación de la cultura de la imagen actual y del cine primitivo, bien elaborada y amena. No busca una rapidez adictiva, sino que presenta extensas secciones enfocadas en personajes individuales.
Un drama muy bien intencionado, pero resulta ser una obra débil y visualmente insípida, que en tiempos pasados habría sido vista como una propuesta menor en la televisión.
Un reparto estelar y un cabello espectacularmente horrible no logran rescatar la epopeya medieval de Ridley Scott. La trama resulta ni memorable ni satisfactoria.
Es evidente que esta película tiene potencial para generar debate, sin embargo, nunca logra despegar en su carga dramática. Es, sin duda, la obra menos satisfactoria de Cantet hasta el momento.
Un proyecto que es tan vívido en su evocación del pasado reciente como diáfano en la luz que arroja sobre la manera en la que el fanatismo religioso y nacionalista continúan ejerciendo una peligrosa influencia.
La premisa es ingeniosa, pero resulta cuestionable el nivel de comprensión que logramos de Beckett, tanto en su faceta como hombre como artista, debido a un excesivo preciosismo en la ejecución.
Una película visual y musicalmente vibrante que, aunque sigue algunas convenciones del drama de época, las supera notablemente con sus intrigas de dormitorio y un escenario hábilmente diseñado.