Es la única película de Cassavetes que carece de un guion completo y, en contadas ocasiones, se ha visto tanta calidez, delicadeza y emoción auténtica en las interpretaciones dentro del cine americano.
Las composiciones son impresionantes, las evocaciones de la muerte y la transformación social son poderosas y el erotismo muy potente. Sin duda alguna, una de las mejores películas soviéticas.
Obra maestra. La dirección de Sternberg se sitúa justo detrás de 'The Docks of New York', posicionando esta película como su segunda mejor obra en el cine mudo.
Esta extraordinaria obra de artesanía y destreza integra sus deslumbrantes efectos especiales de manera tan fluida que son indistinguibles de la narración, la poesía y, sobre todo, la metafísica de la película.
Los resultados son predecibles y un tanto entretenidos. Muestra los aspectos negativos de manera efectiva, pero como la comida rápida, a las dos horas sientes hambre nuevamente.
En general, la adaptación es fiel, pero algunas cualidades del lenguaje de Dinesen se han perdido y la dimensión política se ha simplificado innecesariamente.
Coppola logra plasmar de manera efectiva la atmósfera de Tokio, destacando la experiencia de ser un forastero y aprovechando al máximo el talento de sus actores. Sin embargo, no logra ofrecer mucho más.
Si, como a mí, te gustan las películas anteriores de Gus Van Sant, te satisfará especialmente lo que aquí consigue hacer con el guion satírico antitelevisión de Buck Henry.
Aunque se intenta mantener el interés la mayor parte del tiempo, la compasión autoconsciente que Frears prodiga al material lo sitúa en cierto inframundo que hace que no llegue a ser plenamente convincente.
Mis ganas de mantener el interés en la trama y de asombrarme con la actuación de Kingsley se vieron afectadas por la violencia del montaje y el sonido.