Curiosa aunque finalmente fallida. Grotescamente paródica, su humor resulta basto y elemental. Sin embargo, su presentación es sólida y en ocasiones sorprendente.
Un filme hermético e impenetrable. Agradará, probablemente, a los incondicionales, pero no serán pocos los que tengan la impresión de que [Aster] les ha tomado el pelo.
La trama se desarrolla en el contexto de 'Los informes sobre Sarah y Saleem' y otras narrativas que abordan el conflicto entre Palestina e Israel. Sin embargo, esta obra destaca por su original enfoque humorístico.
Con el espíritu de un cuento de hadas, la premisa procura una serie de gags afortunados, aunque su atropellada segunda parte no ostenta ni la fuerza ni el ingenio de la primera.
Una película de tono naturalista con personajes vivos, donde tanto se habla de la vida como de la muerte, con elocuencia desarmante. Excelentes "set pieces".
Esta trama podía dar origen a un vodevil en toda regla. Pero al director le interesa más la trascendencia y el conjunto, aunque de resolución formal intachable, despide un hedor a pretencioso que tumba.
La trama es trivial, pero el relato funciona, y muy bien, gracias a situaciones jocosas en las que brillan los diálogos y por la química entre los actores y actrices, todos en su salsa.
La primera media hora resulta altamente divertida y afortunada. Sin embargo, el nivel de entretenimiento y el ritmo de la película disminuyen en la siguiente hora. A pesar de esto, se mantiene un estándar excepcional en las caricaturas.
Edgerton parece aturullarse en cada situación y, paradójicamente, cuanta más acción entra en juego, más sube el mercurio en nuestro termómetro del sopor.
La dirección de Gracia Querejeta carece de un poco de energía, pero eso tiene un impacto menor en la película; el ritmo es establecido por el talentoso reparto.
Gags desmesurados pero efectivos y una inusual preferencia por el gore más grotesco. El resultado es una celebración delirante. Sin embargo, lo peor es que se olvida con la misma facilidad con la que se ve.
El film resulta algo frío en su narrativa y podría beneficiarse de un mayor dinamismo. No obstante, sigue siendo una comedia única y notablemente transgresora.
Con un empleo muy sólido del encuadre y los espacios y un elenco en plena forma (Emma Suárez, pletórica) Vila nos obsequia una comedia extraña y áspera, que sin duda provocará tantos rechazos como adhesiones.
Usufructúa la iconografía apocalíptica habitual, ofreciendo imágenes apreciables, pero la trama se centra no tanto en la protagonista como en su gato. El ritmo es lento y se cruza con momentos de aburrimiento cada diez minutos.
El tema se aborda desde una óptica próxima al thriller de suspense, con un desarrollo progresivamente tenso y angustioso. El uso del blanco y negro, junto con espacios sombríos, proporciona un toque que evoca una pesadilla kafkiana.