Un descarado calco de la franquicia 'Resacón en Las Vegas' pero en versión femenina. El nivel de humor se mantiene en la línea de las farsas de Paco Martínez Soria.
Ligera de equipaje. El desarrollo es irregular: hay escenas que resultan pasablemente divertidas, mientras que otras caen en lo bochornoso y los clichés se manifiestan con facilidad.
Cine francés accesible que no presenta sorpresas y se mantiene en la misma línea, resultando indiferente. Sin embargo, en su sencillez, ofrece un bello relato: la historia de amor postergada entre la abuela de la novia y el cura.
De la Iglesia, con su estilo desbordante, tiene la habilidad de transmitir el placer de contar historias de manera audaz. Sin embargo, el resultado final es inconsistente.
Elemental en todos sus apartados, no es sin embargo una obra despreciable: su tono festivo, su ritmo acelerado, algunas ingeniosas líneas de diálogo. Es como una movida fiesta de pijamas para preadolescentes.
Varían algunos detalles, aunque la historia y su desarrollo son clavados a los del filme de Steven Spielberg y Tobe Hooper. Pero tiene brío, impacto y una factura brillante.
El resultado es decoroso, simpático y efervescente. La primera parte parece ir mucho más en serio de lo que iba la de Raimi, alcanzando su cúspide en los inenarrables diez minutos finales.
Sigue la línea abierta en los últimos tres lustros por el director, centrándose en un enfoque ensayístico y reflexivo. Reformula el lenguaje con una abundancia de texturas que los conocedores apreciarán.
Pone el piloto automático sobre el molde narrativo y estructural de la de Hallström. Retahíla de viñetas sin matices, donde todo es muy bueno o muy malo y convenientemente rociado con generosas dosis de almíbar.
Secuela innecesaria. La trama se basa únicamente en la acción, careciendo de un argumento convincente y sin lograr ofrecer un solo momento cómico que se pueda considerar destacable.
Comedia con cicuta. Tibia visualmente, contiene suficientes dosis de subversión como para no pasar desapercibida. Y un secundario eminente: Jeffrey Tambor.
La comedia y el melodrama se entrelazan en esta muestra de una felicidad desgastada, construida a partir de una ternura sutil. Es una obra destacable que logra capturar la esencia de las emociones humanas.