Un filme hermético e impenetrable. Agradará, probablemente, a los incondicionales, pero no serán pocos los que tengan la impresión de que [Aster] les ha tomado el pelo.
Hay unas viñetas más logradas que otras, pero, en su conjunto, te atrapa y te mantiene sujeto al ‘y ahora, ¿qué hará esta tía?’. Y esta tía, es una Malena Alterio una vez más en estado de plenitud creativa.
Cuenta con un primer tramo que hace temer lo peor, pero cuando toma el carril de la tradicional comedia de “remarriage”, o recuperación del amor desatendido, adquiere un sabor distinto, más gustoso.
La trama se desarrolla en el contexto de 'Los informes sobre Sarah y Saleem' y otras narrativas que abordan el conflicto entre Palestina e Israel. Sin embargo, esta obra destaca por su original enfoque humorístico.
[Reguera] logra un perfecto maridaje de melodrama y comedia, empleando un sutil humor de observación sobre las conductas humanas. Cada secuencia está cuidadosamente medida, donde no sobra ni falta nada.
Con el espíritu de un cuento de hadas, la premisa procura una serie de gags afortunados, aunque su atropellada segunda parte no ostenta ni la fuerza ni el ingenio de la primera.
Más que un folletín, un culebrón de tomo y lomo. Pero muy bien escrito, con secuencias de gran calado. No es una película particularmente creativa, pero hay que verla por su huracanado festín interpretativo.
Una película de tono naturalista con personajes vivos, donde tanto se habla de la vida como de la muerte, con elocuencia desarmante. Excelentes "set pieces".
Esta trama podía dar origen a un vodevil en toda regla. Pero al director le interesa más la trascendencia y el conjunto, aunque de resolución formal intachable, despide un hedor a pretencioso que tumba.
Comedia musical deslenguada, procaz, grosera y absolutamente delirante. Siembra generosas dosis de diversión sin pedir permiso ni perdón a nadie; es cine libre y fresco como el aire.
Fantasía delirante. Es una premisa digna de un episodio de 'The Twilight Zone', enriquecida con una subtrama sobre un pene electrónico y hormigas al estilo buñueliano. Irresistible.
La trama es trivial, pero el relato funciona, y muy bien, gracias a situaciones jocosas en las que brillan los diálogos y por la química entre los actores y actrices, todos en su salsa.
La primera media hora resulta altamente divertida y afortunada. Sin embargo, el nivel de entretenimiento y el ritmo de la película disminuyen en la siguiente hora. A pesar de esto, se mantiene un estándar excepcional en las caricaturas.
Edgerton parece aturullarse en cada situación y, paradójicamente, cuanta más acción entra en juego, más sube el mercurio en nuestro termómetro del sopor.