Es extremadamente deficiente en conceptos, no por falta de guionistas. La ejecución resulta impersonal, la narrativa se siente torpe y abusa de la sentimentalidad de manera exagerada.
Lejos de alcanzar la brillantez de 'District 9' y un escalón por debajo de 'Elysium', las actuaciones de Hugh Jackman y Sigourney Weaver son más bien decepcionantes.
En 'Skyfall' se exploran más temas que en cualquier otra película de Bond. El humor regresa con fuerza, los cócteles están perfectamente preparados y la emotiva escena final devuelve a la saga a sus raíces con Connery.
Es una comedia bien salpimentada. Los tres zoquetes protagonistas sostienen el edificio cómico con chispa, frases jocosas, situaciones divertidas y un humor fresco y sano que nunca cae en la vulgaridad.
La extensión temporal es esencial para adentrarnos en un maravilloso laberinto de personajes y narrativas creado por un guion excepcional, lo que la convierte en una película singular y sin par.
Hay pasión y un melodrama intenso, con personajes que son creíbles y emocionantes, todos ellos magníficamente interpretados. Todo se desarrolla con gran fuerza y solidez cinematográfica, acercándose a la obra maestra.
El tema ya es bastante trillado y Sandquist no logra aportarle nada nuevo, lo que convierte a 'Horror Park' en un slasher carente de originalidad y tensión, destinado únicamente a los seguidores más acérrimos del género.
El prometido festín de caviar se convierte en un simple bocadillo de chorizo grasiento. Hay una evidente mediocridad y un enanismo artístico en la propuesta. El resultado es un conjunto arrítmico y extenso, con escenas de acción mal filmadas y peor editadas.
La primera hora resulta notable gracias a la calma con la que se presentan los eventos. Sin embargo, después de eso, la película pierde su rumbo, exagerando lo melodramático y estirando al extremo la credibilidad de la trama.
Es un ejercicio de estilo sin elementos destacados, pero todo está bien estructurado. Edgerton, en su papel de guionista, presenta una ópera prima que promete, y con un poco más de ambición en sus temas, podríamos esperar sorpresas en el futuro.
A pesar de su cuidada producción, la inquietante atmósfera pesadillesca y las destacadas actuaciones de Noriega y Etura, la obra en su totalidad se siente poco clara y desigual.
La presencia de Erice se siente durante casi tres horas. Su ausencia en el filme se hace evidente, pero ahora regresa, enfocándose en el pasado con una mirada clara y esencialista.